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Uno de los tradicionales y contundentes bocadillos del Aliatar. Alfredo Aguilar
El Aliatar, meca de los buenos bocatas

El Aliatar, meca de los buenos bocatas

Gastrobitácora ·

Hacemos una visita a uno de los bares más clásicos de Granada, el mítico Aliatar, que ha elevado al bocadillo a una de las bellas artes gastronómicas

jesús lens

Jueves, 17 de octubre 2019, 22:39

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Hablar de bocadillos de autor en Granada es hablar, obligatoria e inexcusablemente, del bar Aliatar, uno de los clásicos por excelencia de nuestra restauración. De hecho, uno no puede decir que es de Granada si no ha probado un buen puñado de las variadas exquisiteces ofrecidas por el Aliatar, como popularmente se conoce a un establecimiento con historia, solera y tradición.

El Bar Aliatar comenzó su historia en el año 1947 cuando su fundador, Salvador Peña Palacios, tuvo una visión clara y anticipatoria de una moda que estaba por llegar: la comida rápida, algo completamente desconocido en la Andalucía de entonces.

Basándose en su aquilatada experiencia, Salvador Peña elaboró una novedosa y sorprendente carta de inauditas combinaciones de ingredientes, con la particularidad de que empezó a servirlas en un formato igualmente poco habitual: los bocadillos. Todavía hoy, a pesar de la historia y la popularidad del Bar Aliatar, hay quien se sorprende al encontrar bocadillos de hablas con jamón o ensaladilla rusa, por ejemplo, más acostumbrados a disfrutarlos en un plato, con tenedor o cucharita y acompañados de unos colines o regañá.

Con locales abiertos en el corazón más céntrico de Granada, al tradicional establecimiento de la calle San Sebastián se unió el nuevo Bar Aliatar situado en la calle San Antón, moderno, luminoso y acogedor; muy bien recibido por un público fiel y entusiasta de esta auténtica franquicia 'made in Granada', con solera y tradición.

Antes de entrar a hablar de su fastuosa oferta de bocadillos, tres recordatorios. Primero: el precio. Bar Aliatar puede presumir de sus precios moderados tanto en sus vinos y cervezas como en sus deliciosos bocados. Pocas ofertas mejores para comer bien, sano y barato en nuestra ciudad, más allá de la siempre controvertida cuestión de la tapa.

Segundo: elogio del jamón. Del jamón serrano. El Bar Aliatar es uno de los lugares de Granada donde mejor jamón se puede probar sin que el bolsillo se quede temblando después de la experiencia. Lo que es muy de agradecer, sobre todo, en estos tiempos complejos y azarosos que nos ha tocado vivir.

Y tercero, pero no menos importante: la eficacia, atención y profesionalidad del personal, algo que siempre es importante, pero que resulta especialmente de agradecer en locales que están siempre llenos y rebosantes de clientes.

No es casual, por tanto, que Bar Aliatar se encuentre situado entre los mejores 50 bares de tapas de toda España, de acuerdo con Trip Advisor, una de las plataformas de referencia en el mundo de la hostelería y la restauración, conformada por la libre opinión de miles y miles de usuarios.

Entrar a los dos locales de Bar Aliatar, asomarse a la oferta de bocadillos, fríos y calientes, que se anuncian en sus grandes cartelones y empezar a salivar es todo lo mismo. De ahí que me permita darles un consejo a los no habituales de la casa: pidan medios bocadillos, para tener ocasión de probar la mayor variedad posible.

Los bocadillos más habituales y populares del Aliatar, los más demandados y que más tiempo llevan en su carta son el de habas con jamón, todo un clásico; el perrito y el de alcachofas con anchoa y mayonesa. Importante también, llegados a este punto, otro consejo: cuidadito con el ansia al morder, no sea que alguna gota distraída de aceite o mayonesa acabe en la camisa, falda o pantalón del comensal... o del vecino de condumio, que a veces ha pasado.

Renovarse o morir. Bar Aliatar no deja de sumar bocadillos a su carta. Los últimos en llegar están protagonizados por los mejores embutidos de La Alpujarra. Calidad y cercanía. Y mucha atención al Montijano, otro recién llegado, pero que ya se ha hecho un hueco en el corazón de los parroquianos habituales: tomate natural, jamón plancha, lomo plancha y pimientos verdes fritos.

¿Y el más singular? ¿El bocadillo de Bar Aliatar que más sorpresa provoca entre los clientes? Posiblemente, el Cabian, una delicatessen a base de foie gras, sobrasada y anchoas que no deja a nadie indiferente.

Elogio del bocata

Hubo un tiempo en el que el bocadillo, el bocata de toda la vida, estuvo en el ojo del huracán. En primer lugar, por el empeño de los dietistas y nutricionistas, que es lo primero que eliminan cualquier dieta cuando de adelgazar se trata.

En segundo lugar, por la banalización del pan. Por la proliferación de engrudos industriales que de pan sólo tienen el aspecto. Y a veces, ni eso.

Y en tercer lugar, por culpa de esas tapas de tamaño XXL, basadas en un mazacote de mal pan relleno de cualquier cosa. Lo que me recuerda una anécdota de Pepe Carvalho, el mítico detective creado por Manuel Vázquez Montalbán y felizmente redivivo gracias al portentoso Carlos Zanón. En una de sus novelas, una cliente con tanta hambre como prisas le proponía a Carvalho comer cualquier cosa. La respuesta del detective fue para enmarcar: «señora, yo nunca como cualquier cosa». Y puso como ejemplo al bocadillo, al que elevó a una de las bellas artes... cuando se trata con cariño.

No. El pan no engorda. Quienes engordamos somos nosotros... cuando nos atiborramos de mal pan relleno de bazofia barata. Un bocadillo hecho con un buen pan artesanal y relleno con productos de calidad puede ser la mejor de las exquisiteces, una delicatessen que haría relamerse de gusto al mismísimo Carvalho. Y en Granada, donde saben bien cómo hacer buenos bocadillos, es en el Bar Aliatar, un clásico por el que no pasan los años y al que siempre da gusto asomarse. Porque la innovación también llega al mundo del bocata.

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