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Pablo Amate
Viernes, 19 de mayo 2023, 00:17
Siempre pretendo ser útil. Y si puedo; entretenido. Nada de latazos. Por trabajo viajo no solo si «soplan vientos del Sur» y emprendo marcha cada ... día, desde hace 50 años o más. Veo, aprendo, me asombro y me sorprendo. Con las «cosas que vieres…» como dijo el Ingenioso Hidalgo a su amigo Sancho. Elimino lo de «fiel escudero», pues imagino que acompañar a ese personaje, noche y día, tendría sus momentos de querer mandarlo a tomar…. mucho viento. El hombre, Sancho, era «criatura». Por tanto tendría sus días. Y como ambos se refocilaban con yantares y conduchos. Discurrían en sus seseras, de forma anticipada en siglos venideros, aquellos versos de Don Antonio Machado: «donde hay vino, beben vino. Y si no hay vino, agua fresca…»
Áster, un R. De Duero
Creo que fue su primera marca en el terroir de Aguix (Burgos). De intenso color granate con bordes de tonos cereza, capa alta, brillante. En nariz destacan notas de grosella, zarzamora, de arándanos, redondeado de un fondo de pimienta negra, regaliz y clavo. Equilibrado, vibrante y fresco. Un vino elegante, con un equilibrio notable y destacada capacidad de guarda.
Finca El Otero
Cuando unos bodegueros bautizan con en el nombre del pago donde se encuentra el viñedo. Muy seguros tienen que estar, para identificarlo y ubicar así su vino. En nariz destaca compleja intensidad. En boca es amplio, sabroso y muy gastronómico, donde la entrada es suave y elegante con un centro carnoso y un retrogusto amable y equilibrado. Un vino en momento óptimo de consumo y, además, con gran capacidad de guarda y disfrute en el tiempo. Pero yo, ya lo bebí.
El espino
El estilo clásico de Ribera del Duero sugiere vinos ampulosos, intensos, potentes, afrutados. Esta bodega saca una nueva tendencia, que busca conciliar ese estilo con más elegancia, sofisticación, equilibrio. Es lo que aporta El Espino: un Ribera de hoy que combina vigor y elegancia, terruño y distinción. Muy interesante.
Juli Soler, alma de El Bulli
Intuyo que hay personas que no le suena este nombre. Fue el que inventó El Bulli. La mayor revolución gastronómica, desde Curnosky. Quienes lo conocieron –yo lo traje en su máximo apogeo a Granada en dos ocasiones- para impartir en los Cursos del Centro Mediterráneo, de la Universidad de Granada, que dirigía en el área gastronómica. Y presidia, ejecutivamente con acierto, Juan F. G. Casanova, sabían de su inteligencia. Contaré un secreto. Siempre tuve mesa disponible en El Bulli. Les ayudé gratuitamente en muchas variadas gestiones. Tuve un directivo gorrón en un trabajo, que intentaba por todos los medios le reservara una mesa «todo gratis» en Cala Montjoi. Nunca comió en El Bulli. Esto es otro artículo, u otro libro.
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