PABLO AMATE
Viernes, 10 de septiembre 2021, 00:50
Mientras tomo un Bloody Mary, bien conocido, recuerdo la 'sangre de Mary' y una leyenda no datada de forma irrevocable. Hay quien dice estar inventado ... por Fernand Petiot, en el Harry's Bar de París. Sus componentes son: vodka, 3 partes. Zumo de tomate, 6 partes. Opcional: Zumo de limón o de lima, 1 parte. Una pizca de sal y pimienta negra. Tabasco, 1 o 2 gotas. Y Salsa Worcestershire no le pongo. Porque no me gusta y porque no tengo en casa.
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Internet es uno de los grandes inventos de la humanidad. Y como a todo lo bueno, hay muchos que le sacan partido torticeramente. En el tema que nos ocupa, copian y reiteran una invención de cualquier usuario. Hubo un emigrante que recaló en nuestra Costa Tropical y se dedicó a dar sentencias, errores y descabellados orígenes a ciertos productos alimentarios en sus libros, que él mismo editaba. Catedráticos de la Universidad tuvieron que pararle sus escritos, por falaces.
Conocí hace 40 años a un abogado gaditano que, aun siendo sexagenario, razonaba en el momento que cualquier ingrediente de la cocina española tenía origen en Cádiz. ¡Qué arte tenía! Lo que intentó, pero no cuadraba, era el origen de la pasta: fideos, espaguetis, macarrones, etc. Ni China ni Marco Polo, dicen algunos que nada tuvieron que ver. Según unos estudios, que pongo también en entredicho, «indican que la pasta ya existía en Italia antes de 1295, cuando Marco Polo regresó al país tras 20 años de expedición por el Este. Un documento fechado en 1279 enumera las posesiones de un soldado genovés donde se encontraba un cesto de macarrones. Todo parece indicar que, casi 20 años antes del regreso de Marco Polo, los soldados de infantería portaban pasta seca en sus raciones alimenticias de forma rutinaria».
La historia de Marco Polo parece ser una invención relativamente reciente. En 1929, en un artículo publicado en el Macaroni Journal, por aquel entonces la revista oficial de la Asociación Nacional de la Pasta en EEUU, recalamos en la popular pizza. «En Italia, la pizza era de pobres. En el siglo XIX, en Nápoles, era un pan plano con un poco de sal y aceite. El tomate era un lujo ocasional y el queso no apareció en la pizza hasta 1889, cuando un cocinero napolitano creó una pizza con los colores de la bandera italiana (el rojo con los tomates, el blanco con la mozzarella y el verde con la albahaca) y la bautizó como Margarita en homenaje a la reina. La llevaron los emigrantes italianos a EEUU a principios del siglo XX. La primera pizzería abrió sus puertas en Nueva York en 1905, pero no tuvo ninguna aceptación fuera de la comunidad italiana.
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