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Carbonara, el sabor de los hidratos

Para los italianos es un plato en sí mismo, no una salsa. De ahí que nada de natas en la auténtica y genuina carbonara de los romanos

Jesús Lens

Granada

Viernes, 8 de agosto 2025, 08:40

S e empieza a hablar de la carbonara como si de una vieja conocida se tratara. Una de esas amistades que cada vez nos visitan con mayor frecuencia en casa. De un tiempo a esta parte, los aficionados a la buena mesa se refieren a ella como lo que es: un plato extraordinario en sí mismo, y no una salsa que acompaña a cualquier pasta.

Hay platos que definen a un pueblo y/o una región y cuya mera enunciación te hace pensar en un paisaje concreto, aunque su éxito los haga universales y se expandan por todo el mundo. De la fabada asturiana al gazpacho andaluz, pasando por el pote gallego, la paella valenciana o el cocido madrileño. Si queremos darnos pisto, en el mejor sentido de la expresión, podemos hablar de la carbonara romana, que viene de la región del Lacio.

Aunque la receta original usa los espaguetis, también se puede hacer una buena carbonara con los rugosos rigatoni que permiten que se adhieran los condimentos, o con los bicatini, una especie de espagueti circular con un agujero longitudinal que los atraviesa a todo lo largo. Además, las yemas de huevo, el queso –preferiblemente el Peccorino Romano– el guanciale y la pimienta negra.

Como todos los platos de pasta, una carbonara es muy rica en hidratos de carbono, fibra, proteínas y vitaminas. Especialmente recomendada para deportistas, para que en las horas previas a una prueba larga y extenuante, llenen los depósitos de combustible que ir quemando poco a poco. El uso de las yemas del huevo incrementa los niveles de vitaminas de este plato, además de aportar minerales variados y ayudar a eliminar toxinas.

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Carbonara, el sabor de los hidratos