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Jueves, 16 de abril 2020, 10:28
Con los bares y restaurantes cerrados a cal y canto, los conciertos y festivales concelados y los eventos deportivos aplazados, deja a los cerveceros con los barriles llenos y sin poder venderlos. Los fabricantes de cerveza europeos vaticinan un año catastrófico y su preocupación crece por el temor de que se anule el Oktoberfest de Múnich. Una cita ineludible en el mundo de la cerveza, que el año pasado consumió 7,3 millones de litros y agutinó a unos siete millones de visitantes.
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En la fábrica de cerveza La Ballena, de Bruno Torres, en el noreste de París, de donde salen unos 560 hectólitros al año, los depósitos de fermentación de acero inoxidable están vacíos y la pequeña cadena de embotellamiento parada. La mitad de su prodcción aproximadamente va destinada al sector hostelero, más concretamente a bares y restaurantes, todos ellos cerrados desde hace más de tres semanas por el confinamiento obligado que impuso el gobierno en Francia.
«La cerveza no es una de las categorías que se beneficiaron de este efecto de almacenamiento que los franceses adoptaron en las primeras semanas», afirma Jacques Lebel, director general para Francia de AB InBev, primer cervecero mundial, durante una entrevista en la AFP.
Sin embargo, las ventas de cerveza aumentaron casi 7% desde el inicio del confinamiento en comparación con el mismo período en 2019, según un estudio del grupo Nielsen, publicado esta semana.
Pero la situación es tanto más crítica ya que se produce en el «peor momento del año», tal y como subraya Costilhes, delegado general de bares-restaurantes en Francia. «Los cerveceros pasan todo el invierno produciendo para el verano. Se supone que la cerveza se vende cuando hace buen tiempo, así que compramos materia prima y producimos».
En Alemania, donde la cerveza forma parte desde hace siglos de la cultura y la gastronomía del país, también reina el pesimismo. «Las ventas destinadas a gastronomía son vitales para la mayoría de las fábricas. Para algunas, estas representan 90% de su volumen de negocio. Y ahora desaparece por completo», explica Holger Eichele, presidente de la federación de cervecerías alemanas.
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El portavoz de la federación, Marc Oliver Huhnholz, añade que, desde finales de marzo, las ventas de cerveza han disminuido 9,4% en un año la semana del 23 de marzo. «Esto tiene que ver con la creciente retención de los consumidores y con el hecho que muchas ocasiones para celebrar con amigos o familiares desaparecen», explica.
A principios de abril, las fábricas de cerveza alemanas informaron de un fuerte descenso de las exportaciones (-58%), en particular hacia China e Italia, los dos principales mercados extranjeros de la cerveza alemana.
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El ministro presidente de Baviera, Markus Söder, declaró que si la famosa fiesta de la cerveza en Múnich (Oktoberfest) «se celebra este año, será bajo condiciones muy diferentes», lo que suscita el temor que la celebración, que debía inaugurarse el 19 de septiembre, sea finalmente anulada.
Por su parte, el cervecero holandés Heineken, número dos mundial de la cerveza, estimó el miércoles que la epidemia de coronavirus representaba un «desarrollo macroeconómico negativo importante».
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