
21 espetos y una nueva mantequilla
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En este espacio somos firmes defensores de las novedades y las sorpresas culinarias a la vez que disfrutamos y reivindicamos el clasicismo y la sencillez del mejor productoJesús Lens
Granada
Viernes, 7 de mayo 2021, 00:50
Comidas que hoy nos parecen imposibles formarán parte de nuestra dieta habitual en un futuro no tan lejano. Los ingredientes más extraños y singulares que ... podamos imaginar hoy, mañana estarán en nuestro plato, prestos y dispuestos a ser devorados. Incluidas esas proteínas obtenidas a partir de insectos que pronosticaba Cristina González hace un par de semanas y que tanto han dado que hablar.
Por ejemplo, si al Jesús Lens de hace unos años le dicen que en 2021 andaría como loco buscando potajes de bacalao y verduras de temporada, se carcajearía a mandíbula batiente, que no por casualidad se le conocía como El Niño de la Morcilla.
Estos días, por ejemplo, he descubierto una exquisitez en forma de mantequilla… que no es mantequilla, pero parece mantequilla y sabe a mantequilla. ¡Y no vean qué alegría me he llevado!
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Les pongo en antecedentes. Tres años atrás me hice un sesudo y completo estudio genético en una empresa del PTS. Entre otras muchas e interesantes cuestiones reveló que, en concreto para mí, la mantequilla es veneno. De ahí que cambiara mi tradicional tostada mixta del desayuno por la de aceite de oliva, tomate y/o jamón serrano. Que me encanta, claro. Pero echo tanto de menos la mantequilla que, a veces, casi de forma clandestina, me pido una mixta.
Gregorio no debía saber nada de eso, pero hace un par de semanas, en mi desayuno de los lunes en Oleum, me sugirió que probara un producto que acababan de recibir: Burroliva. Me lo definió de una manera suscinta: es como la mantequilla, pero en vez de estar hecha con grasa animal, se hace con aceite de oliva.
Aquello era demasiado bonito para ser verdad. Y, sin embargo, lo es. No les voy a contar todas las ventajas nutricionales y saludables que puede tener. Solo les diré que he vuelto a disfrutar de la untuosidad y el tacto de una mantequilla ligeramente salada sin sentir que ponía mis arterias, venas y vasos sanguíneos en peligro.
En esta nueva temporada voy a tratar de contarles noticias, novedades y curiosidades en esta sección, además de hablar de pitanzas y vagabundeos gastronómadas. Por ejemplo, el Zaidín se teñirá de azul dentro de poco con la apertura de un par de nuevos locales. Y no porque uno de ellos esté situado en el mismo edificio que la sede del PP, precisamente.
Vamos a tener dos nuevas Esquinitas. La de Pablo, que tratará de replicar su éxito en Ogíjares; se situará al final de la Avenida de Cádiz, orillando ya al PTS. Y la Esquinita de Javi & Pablo ocupará el local situado entre la referida sede popular y el Colegio de Médicos, a tiro de piedra –o de hueso de aceituna, según se mire– del complejo deportivo Nuñez Blanca.
También abren las terrazas. Pero las de verdad. Las que está situadas en lo alto de los edificios y nos deparan buenas vistas, como BHeaven, en el hotel Carmen, a mitad de mes. Y una que se estrena: la del Barceló Granada Congress, con sensacionales perspectivas de Sierra Nevada, la Alhambra y, sobre todo, de la Vega y sus espectaculares puestas de sol. De momento, en horario de tarde.
Este año tengo un propósito culinario que también es un reto numérico: 21 en el 21. La cosa es sencilla: comerme 21 espetos de sardinas este 2021. A lo largo de la primavera y el verano, ojo, no de una sentada. Y tratar de probarlos en establecimientos diferentes de nuestra Costa Tropical.
Si comenzaba esta gastrobitácora hablándoles de innovaciones científicas aplicadas a la cocina, quiero despedirme reivindicando, también, los sabores naturales y primigenios. Pescado fresco, una caña afilada y las brasas del fuego. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano consume el pescado de la misma manera. Y sin renegar de marinados, escabeches y especiados; nada como un sencillo espeto de sardinas para reconciliarnos con nuestra gastronomía ancestral.
El primero del año lo disfruté en El Farillo de Calahonda, uno de los mejores lugares que conozco para comer pescado fresco. Eran sardinas pequeñas, de las que se zampan de dos bocados, incluyendo las raspas. Las acompañamos con unas migas y unos boquerones fritos, otra de las especialidades de la casa. Ya solo me quedan 20 espetos para cumplir con uno de los propósitos que más satisfacciones me dan a dar este año.
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