La cocina madrileña en Granada de La Chulapa, todavía más chula

Habré ido a La Chulapa tres o cuatro veces desde la Semana Santa y cada vez ha sido estupenda y diferente, divertida y disfrutona. Lo más reciente: la presentación de su nueva carta a cargo del nuevo chef residente, Cristóbal Gómez. ¡Y qué carta! ¡Y qué presentación.

Cristóbal, que echó los dientes en la cocina del negocio familiar, se hizo famoso cuando llegó a la final de una de las primeras ediciones de Masterchef. Desde entonces no ha parado de moverse. Es nervioso, curioso e inquisitivo y, tras una memorable cata maridada a comienzos de verano, se ha establecido en La Chulapa de forma permanente, haciendo un estupendo tándem con Ángel Vargas, otro tipo incansable que, para celebrar la nueva temporada, ha colgado en las paredes una selección de los atractivos cuadros cubistas del artista Willy L'Eplattenier.

Aprovechando que el Manzanares pasa por Madrid, Ángel y Cristóbal homenajearon al mundo del arte y presentaron una selección de sus nuevos platos… sobre un lienzo en blanco que, poco a poco, quedó teñido de salsas, especias, aliños y emulsiones. El concepto de arte gastronómico adquirió así una nueva significación.

Ojo: si le gustan los clásicos de La Chulapa, esos bocados de taberna madrileña castiza, siguen estando en carta, faltaría más. Los torreznos, las bravas, la orejita a la plancha, mi adorado cochifrito y los callos te propulsan de La Zubia a Madrid y de Madrid al cielo. Pero la sorpresa espera agazapada en propuestas como la ensaladilla gamberra, que ya es una de mis favoritas de Granada, junto a la de La Seda Hotel. ¡Esos camaroncitos emboscados, qué sabor y textura le dan! La croqueta oink oink de jamón, rodeada con una capa exterior muy fina para redondear el sabor, y la muy cremosa y sabrosa croqueta de bacalao.

El steak tartar es una locura que se sirve sobre un esponjoso gofre que le aporta una textura especial y un sabor espectacular y ojo al solomillo duxelle con su crema de apionabo: como bien decía Ángel, se podría comer con una cuchara. Y no les digo nada de ese postre que recuerda a las palomitas del cine, pero dándole una, dos y hasta tres vueltas de tuerca. ¡Mi postre del año! «Qué locura, qué locura», se escuchaba por doquier. Las sonrisas mostraban el sentido de la expresión.

Si a usted le gustan los sitios con color y calor en los que pasan cosas, muchas y variadas; siempre divertidas, imprevisibles y muy sabrosas; tiene que ir a La Chulapa. Y ojo a su agenda de actividades, que va a ser un no parar.