«El coleccionismo le da valor al paso del tiempo»
Fotógrafo brillante recién jubilado y coleccionista con criterio, a Carlos Pascual del Coso le gustan los ambientes urbanos y trata de atrapar el tiempo
Quedar con un fotógrafo para hacerle una entrevista tiene un riesgo: la apasionada presencia del fotógrafo que le tiene que retratar. También es un lujo: escuchar a Carlos Pascual y a Pepe Marín me permite asistir a una improvisada máster class repleta de momentos únicos. Ahora, por ejemplo, sé mucho más de las Leica que antes. Y las respeto como se merecen. ¡Justo cuando se cumple su centenario! Y estoy loco por ver ciertas postales panorámicas de la Alhambra y otras encontradas en un mercadillo de Nueva York. La cita es en La Nueva Leñera y, discretamente, mientras nuestros protagonistas hablan sin parar, doy buena cuenta de su premiada ensaladilla rusa, que está de vicio. En un momento dado, consigo meter cuchara en la conversación.
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–¿Nos cuenta la historia de su estudio, Fototaller?
–Lo fundé con mi hermano Fernando. Yo hacía las fotos y él, el trabajo de laboratorio. Estuvo abierto desde 1986 hasta este mismo 2025. Pero mis sobrinos mantienen el laboratorio, eso sí.
–¿Cómo es hacer fotografías para las orlas de estudiantes?
–¡Como hacer fotos para carnés! Habremos hecho cientos de miles de esas fotos en nuestra trayectoria. Aquí había mucha tradición de orla de calidad gracias al trabajo de Torres Molina. Fuimos los primeros en introducir las orlas en color en Granada, incluso en España. Al principio costó.Se normalizó en diez años.
–¿Le siguen interesando las orlas a la juventud?
–Muy poco. Está tan preocupada por la foto del presente que este tipo de retrato le da bastante igual. Es curioso, pero lo que más les gusta a los jóvenes es hacerse fotos durante el proceso del retrato y, luego, hacerle fotos a su foto con el móvil. Son las madres y las abuelas quienes más empeño ponen en que se las hagan. Además, antes, la orla universitaria tenía algo de especial. Ahora se hacen orlas casi desde los tres años, lo que es bueno para el negocio, claro, pero se ha perdido ese punto de exclusividad.
–¿Cómo ve esa 'inflación' de la fotografía que padecemos?
–Se hacen demasiadas fotos. Como fotógrafo clásico no me gusta la falta de respeto hacia la imagen. Le ha hecho perder el sentido que tenía para nosotros. Se banaliza. Yo ahora apenas hago algo de fotografía urbana, que es lo que más me interesa.
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–¿Qué ciudades le gustan, además de Granada?
–Me gusta volver a las ciudades que ya conozco bien, como París. Y recorrer los escenarios que he visto en películas, no necesariamente los más turísticos y monumentales. También Estambul, Londres o Bruselas, pero siempre hay que volver a París.
–¿Cómo comenzó su pasión por el coleccionismo de postales de Granada?
–Siempre me gustó el coleccionismo, de billetes a sellos. Pero me decidí por las postales, que era algo menos estándar... y más asequible. Me centré en la imagen de Granada capital y en la de Sierra Nevada. Puedo tener unas 30.000 aproximadamente. Ya busco detalles que varían, defectos, otras tipografías... Variantes de una misma imagen. Este año, por el centenario de Cervezas Alhambra, fui a que matasellaran una conmemorativa del 75 aniversario, por ejemplo.
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–¿Algunas de las más recientes que ha adquirido?
–Unas muy curiosas que editó Torres Molina para publicitar el Cine Madrigal. Eran fotos de pasos de Semana Santa y al fondo están los grandes carteles de películas como 'El guateque', 'Los 400 golpes' o... 'Tristana'. Las adquiero por internet o a través de pujas en subastas.
–¿Es Granada una ciudad muy de postal?
–Lo fue. Ya no. Ahora, menos de la Alhambra y del flamenco, no se edita nada. No es rentable. Granada, junto a Sevilla, Madrid yBarcelona, es una de las ciudades españolas que más postales produjo, pero la mayoría, de la Alhambra y Sierra Nevada. Hay poca postal urbana.
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–¿Qué le aporta a usted el coleccionismo?
–Es lo único que le da valor al paso del tiempo. No te importa que éste pase porque te permite adquirir algunas piezas más.
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