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Rodaballo asado estilo Getaria del chiringuito Playa Ferro, en Castell de Ferro. Javier Martín
Los colosales pescados que puedes comer en las playas de Granada

Los colosales pescados que puedes comer en las playas de Granada

Dentro del amplio abanico de los productos del mar que tanto se consumen en la costa de Granada, los pescados grandes suponen un punto diferenciador en las cartas de varios restaurantes, que se alejan de la oferta convencional de frituras o de especies como la dorada o la lubina, con sabores y preparaciones que salen de lo común

Sergio Sebastiani

Viernes, 19 de julio 2024, 00:09

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La oferta gastronómica en la costa granadina suele tener al pescado y los productos del mar como hilo conductor. Y en las localidades de menor afluencia turística, se agradece mucho cuando llega una propuesta novedosa o que da una vuelta más a lo convencional.

Los pescados grandes son parte de esa oferta culinaria que se sale de lo habitual en los chiringuitos o restaurantes costeros y amplían el abanico con sabores distintos y con otros matices. Rodaballo, rape, corvina o salmonete son algunas de esas especies que merece la pena probar para profundizar aún más en los variados gustos que el mar ofrece al paladar.

Salmonetes a la brasa, una de las propuestas del restaurante Playa Ferro, dedicado entre otros productos a pescados de gran tamaño, así como a arroces y carnes. Javier Martín

Un buen lugar para hacerlo es Playa Ferro, una novedad gastronómica en la Costa Tropical, y en una localidad que no es de las más concurridas, como Castell de Ferro. Los motivos de su aterrizaje en este enclave son más sentimentales que empresariales, pero la apuesta está teniendo una muy buena aceptación en un lugar donde la oferta hostelera es menos variopinta que en otros destinos más frecuentados por el turismo.

Se trata de una iniciativa conjunta de dos amigos, ambos chefs con trayectoria, pero con experiencias profesionales diferentes que permiten enriquecer aún más la propuesta: Gonzalo García, con su punto de vista empresarial, es propietario del restaurante granadino Casa Trastos; y Fernando Pérez es desde hace ocho años profesor del Centro de Formación Profesional La Inmaculada, también de la capital.

El rodaballo es una de esas especies que no se encuentran en cualquier restaurante. J. Martín

Castell de Ferro es el lugar donde Gonzalo veraneaba en su infancia junto a su familia, y al abrirse la posibilidad de regentar este chiringuito tiró para adelante, pensando especialmente en llevar a su padre, que padecía una grave enfermedad. Fue el verano pasado, aunque solo abría los viernes, sábados y domingos, para disfrutar el resto del tiempo junto a su progenitor. Lamentablemente falleció el 21 de julio de ese año, aunque ese recuerdo de la infancia permaneció incólume. «Quería también que mis niños vivieran los veranos como los viví yo, en un rinconcito que se mantiene como cuando yo era pequeño. De ahí la vena romántica de quedarnos con esto», relata. Ya en su segunda temporada Playa de Ferro abre todos los días, con la idea de permanecer atendiendo hasta el 1 de septiembre. En su versión 2024, Fernando Pérez le ha dado el relevo a Gonzalo García al frente de la cocina, aunque este último sigue colaborando los fines de semana.

Es verdad que las carnes a la brasa son la especialidad de Casa Trastos, y tienen también su correlato en su hermano menor de la Costa Tropical con diversas variedades de vaca madurada traídas desde el País Vasco. Pero también los pescados juegan un papel importante en ambas cartas, y toman mayor relevancia en Playa Ferro. Normal en un chiringuito situado a pie de playa, aunque el foco se pone aquí en esos pescados de mayor tamaño que rompen con la oferta más usual de estos establecimientos, representada fundamentalmente por la dorada y la lubina.

Algunas propuestas de entrantes con toque marinero. J. Martín

En esa línea, se puede encontrar rodaballo, corvina, salmonete, atún o pulpo, en función también de lo que haya en el mercado. La mayoría de ellos, como por ejemplo el rodaballo asado estilo Getaria, se elaboran a la brasa a la manera de las parrillas vascas «estilo Orio, con la parrilla abierta, terminados con ajillos fritos por encima que se echan y se recogen varias veces para crear una especie de pil pil». Lo explica Fernando Pérez, y añade que «se finaliza con un punto en la parrilla cerrada para que tomen ese sabor ahumado». Los platos pueden salir acompañados con unas patatas fritas típicas de Casa Trastos, con pimientos verdes, y con verdura salteada con soja, o bien con ensalada fresca.

Los arroces son otra especialidad de la casa con diversos matices respecto a la paella tradicional mixta o de pescado y marisco, de manera que se elabora arroz ciego, negro de pulpo o de pollo «picantón». Y en cuanto a entrantes, destacan algunos como tartar de salmón o tataki. Otro punto diferencial es la cuidada estética del espacio y la presentación de los platos, en grandes fuentes de lata que llaman la atención, mientras que las sardinas –que también las hay, aunque no espetadas, sino también a la brasa– se ofrecen en rejillas «para que den un poco de espectáculo». En definitiva, lo que buscan es «no dar lo típico de la manera típica», afirma Pérez.

En este restaurante de Castell las sardinas salen en rejillas con tomillo, ralladura de limón y pimenta rosa. J.M

Más allá de su componente sentimental, el montar un negocio de estas características era un reto arriesgado desde el punto de vista empresarial, pero también en ese aspecto ha cumplido su cometido. «A Castell le ha encantado porque aquí hay chiringuitos muy clásicos, y nosotros queríamos darle un punto más. Y aquí hay una clientela que demandaba este tipo de producto, ha encajado muy bien», concluye Gonzalo García.

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