Destinos con sabor

¿Comer donde los camioneros?

Pablo Amate

Viernes, 17 de noviembre 2023, 00:14

Es una expresión falsa, pero grabada a fuego en nuestra memoria social. Lo mismo que 'los tintos no se enfrían', 'vinos blancos, con los pescados', ... etc. La costumbre de parar donde hay camiones solo significa que el restaurante o venta dispone de una buena explanada para aparcar los grandes camiones que circulan ahora. Como siempre, y por mis múltiples viajes de trabajo, tengo vivencias de todo tipo. Y alguna les contaré. Como siempre real y vivida por mí.

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Dos comedores distintos

No soy de comer en viajes largos en restaurantes de carretera, pero me habían hablado de un buen destino que hacía un glorioso cochifrito de lechón ibérico. Y como pasaba por la puerta a hora idónea del yantar, no dudé y aparqué en una zona reservada para turismos, dado que disponía de una amplia explanada para los camiones. Barra amplia y animada. Miro y veo a la derecha una amplia puerta de cristales no diáfanos, cerrada, con el cartel de 'Comedor'. Puesto y dispuesto, empujo y entro en esa sala. Rápidamente se acerca un camarero muy veterano y me pregunta: «¿Va a comer?».

Diferencias de profesión

«Sí», respondí. El camarero me señaló la puerta por la que había accedido un momento antes, pidiendo que le siguiera. Quedé sorprendido y comenté que a dónde íbamos, pues yo veía a mucha gente comiendo. El camarero me dijo que estaba todo reservado y tenía que pasar a otro salón. Me pareció raro. Y más cuando me traen la carta, donde no aparece por ninguna parte el Menú del día. Lo pedí y me informaron que en ese salón no servían Menú de día. Sólo a la carta, por supuesto, de precio más elevado. Comprendí la maniobra del restaurante 'de camioneros' y me fui para no crisparme más. Ya ven: aunque haya camiones, pueden tergiversar su oferta al no camionero.

Bajón de calidad

Por mantener los precios, son muchísimos los establecimientos de hostelería que han bajado la calidad de todos sus productos e insumos. No quieren asustar a la clientela. Pero en la característica de sus materias primas y hasta en cómo se cocinan se aprecia cambio. Ayer tomé unas patatas a lo pobre, para cuya valoración no hace falta ser erudito. No estaban fritas, ni mucho menos tostaditas y crujientes. Eran blancas, cocidas en un 'algo' que no llegaba a ser, para nada, aceite de oliva o vegetal. No les molesto en indicar que ya no me fié de la segunda tapa y la dejé tal cual en la mesa. También ocurre en restaurantes de todo tipo. Anden con cuidado de lo que se meten entre pecho y espalda y acudan a lugares conocidos y de casta. Cuídense.

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