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pablo amate
Viernes, 11 de junio 2021, 01:00
Elena Santoja, grabando el programa 'Con las Manos en la masa' y dedicado a mi persona, me preguntó en un momento: «¿Qué es lo mejor de una comida?» No dudé: «la compañía», respondí. No había guión. Y de esto hará más de treinta y tantos años. He tenido a los mejores profesores. Entre ellos a Elena Santoja. Directora y creadora del que ha sido y es el mejor programa de gastronomía. Trabajé con ella y su equipo como documentalista. Y fuimos amigos, junto a su marido Jaime de Armiñán, hasta su fallecimiento.
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El gran estilo y categoría académica y humana de Elena Santoja no han podido ser superados por nadie. Su calidad y alta formación en diversos magisterios, desde la pintura a la música, etc. Hizo que en aquellos tiempos, millones de personas a quienes no les gustaba la cocina, no se perdieran los programas de Elena. Sus invitados eran interesantes, menos yo. Había un colegio de niños visitando Prado del Rey, sede única de Televisión Española en la época. Y pasaron al plató donde grabábamos el programa. Los chiquillos preguntaron quien era yo. Elena era súper famosa. La profesora, ante la duda respondió: «un famoso explorador», por mis bigotes.
Con la que está cayendo, todavía hay cartas de restaurantes que exigen, para disfrutar de ciertos platos, pagando; que sean para dos personas mínimo. Y no es solo la paella. Son bastantes los establecimientos que mantienen este requerimiento, hoy día absurdo, existiendo en España más de cuatro millones de personas que viven solas. Y mantienen esta norma. En ocasiones he tenido que pedir y pagar la doble ración, aunque estuviese solo. Por trabajo como crítico gastronómico he realizado miles de comidas solitarias. Teniendo a veces muchas dificultades hasta que me dieran mesa. ¡Y qué mesa!
Llamo a un restaurante de moda. «Muy buenas, quisiera hacer una reserva para mañana. ¿Es posible..?» «Sí señor. ¿Cuántos son…?» Al responder que solo uno, se hace el silencio en la línea y me responde la voz. «Lo sentimos señor, tenemos todo lleno». Pregunto por pasado mañana, oigo un carraspeo y me dicen que toda la semana están a tope. Yo sabía qué pasaba. Una persona ocupa la mesa pensada para cuatro. No salen las cuentas. Ni se imaginan la de mesas que he tenido al lado del wáter, puerta de la cocina, almacén, o estrechos pasillos. O en 'el cielo', como llaman en casa Lucio cuando te manda al comedor de arriba. Y no ves a la gente de moda. No existes, estás en el limbo. Comer solo impide comentar, compartir, hablar, querer, sonreír y, a ciertas edades, quitan las ganas. Cuídense.
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