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Nieves Montero de Espinosa explica la relación entre su profesión y la comida en La Recacha. ALFREDO AGUILAR
«Una comida puede confirmar la data de una muerte»
Una Alhambra con... Nieves Montero

«Una comida puede confirmar la data de una muerte»

Nieves Montero de Espinosa trabaja en una rama de la medicina muy especial, que obliga a hacer callo para evitar que afecte en el día a día culinario

Jesús Lens

Granada

Viernes, 19 de noviembre 2021, 00:24

A la tercera fue la vencida. Habíamos quedado dos veces antes, pero la agenda de Nieves arde como una queimada gallega. A su trabajo diario se une que está organizando un encuentro en Granada con los directores de todos los Institutos del Medicina Legal de España para primavera. Y no es fácil. Hablamos de los posibles restaurantes a los que llevar a los congresistas mientras tomamos una cerveza en La Recacha, popular bar del Zaidín. Por ahí arrancamos esta charla.

–¿Qué tiene esta Recacha, además de un sol delicioso?

–Es un buen sitio con buena bodega del barrio donde vivo. Es de los pocos donde me apetece venir a tomar una cerveza sola, si se tercia. No me importa tomar un café a solas, pero me resisto a la cerveza. Menos aquí, donde me siento cómoda y cuidada. Un local pequeño, pero muy demandado.

–¿Qué tal el entorno gastronómico del PTS, donde trabaja?

–Se ha puesto muy interesante. Antes no había nada. Ni siquiera podíamos tomar un café, pero la Avenida de la Ilustración ya tiene muchos sitios buenos. Unos orientados a una clientela estudiantil, con tapas más grandes, y otros de calidad excelsa como Entreplanta o La Mediterránea.

–¿Cómo se apañaban entonces?

–Con una cafetera en el despacho, barritas energéticas y frutos secos. (Risas). Los seguimos teniendo, que en mi profesión nunca sabes cuándo se va a complicar la cosa. Montamos un espacio que llamábamos La Cantina, donde fomentábamos el espíritu de cohesión con los compañeros y con cuerpos como el de la Guardia Civil, que menudos arroces hacían...

–¿Por qué habla en pasado?

–Porque desde la pandemia no hemos vuelto a reunirnos. Es normal.

–¿Y qué tal la cafetería de la facultad de Medicina?

–Extraordinaria en su relación calidad-precio. De hecho, la sigue llevando la misma familia de mis tiempos de estudiante. Es la tercera generación y lo hace de maravilla.

–Hablemos de la relación entre su profesión como forense y la comida. ¿Hay conexión?

–La comida es importante para establecer la data de la muerte de una persona. Aunque el humor vítreo es la pista más fidedigna, los restos de comida nos ayudan a confirmar o descartar indiciariamente hipótesis sobre la data de un fallecimiento, y eso es esencial durante el llamado período de incertidumbre.

–¿Algún caso en que la comida fuera clave para su resolución?

–Tuvimos un fallecido que era paciente cardiológico. Que le fallara el corazón era una posibilidad, pero el estudio de los restos del estómago mostraron indicios de envenenamiento, por lo que se descartó la causa natural de la muerte.

–¿Le afecta su trabajo a la hora de comer?

–En absoluto. Haces callo y comes callos si hace falta. Si nos afectara no seríamos buenos profesionales. El 20% de nuestro trabajo es con personas fallecidas, pero el 80% está relacionado con cuestiones como agresiones, accidentes de tráfico, violencia de género... Esto es ciencia y no caben ideologías, sentimientos o emociones. Si nos afectara deberíamos dejar de trabajar: no seríamos buenos. Es una cuestión que se ejercita y se aprende a controlar. Y si conseguimos que no nos afecte emocionalmente, no vamos a somatizarlo...

MENÚ DEGUSTACIÓN

  • Un ingrediente La sal

  • Un sitio para celebrar Depende de las circunstancias

  • Una tapa para abrir boca La ensaladilla rusa

  • Una cocina internacional La tailandesa

  • Dulce favorito Los sorbetes

–Vivió en Salobreña y sigue muy vinculada con el pueblo...

–Sí. Me encantan restaurantes como Arais y, sobre todo, El Puentecillo y sus espichás con huevo frito. ¡Y el pulpo a la salobreñera!

–Además, es de Órgiva. ¿Qué tal su oferta gastronómica?

–Pienso que tiene un complejo que superar. Es la capital de La Alpujarra y no lo explota. Tiene barrios muy interesantes y le falta volver a la autenticidad y a las raíces. Echo de menos tabernas como García, el Diego Pata o el ambiente del Casino. No hay fusión entre lo oriundo y lo de fuera, que está muy bien, pero que no ha enriquecido la cultura gastronómica.

–¿Nos recomienda un plato?

–El choto al colorín, que mi madre lo borda.

–¿Es usted 'cocinitas'?

–Sí. Me gustan los platos de cuchara: alubias, cocido, guiso de ternera... y me sale muy rico el pollo thai, que me traje de Tailandia verduras y hojas cítricas envasadas al vacío en mi último viaje y las tengo congeladas.

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