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Viernes, 7 de mayo 2021
Si algo hemos aprendido este último año es que también se puede disfrutar en casa de la mejor gastronomía. Abrir una botella para tomarse un ... buen vino es un placer tan sencillo como reconfortante. Permítanme que les dé unos consejos para ir haciendo una pequeña bodega y lograr que los vinos se mantengan siempre en las mejores condiciones.
Para empezar, la temperatura ideal para conservar el vino en bodega debe oscilar entre los 10 y los 15º C. Debe ser constante, evitando las dilataciones y contracciones ocasionadas por los cambios de temperatura ya que pueden introducir en el vino importantes cantidades de aire a través del tapón, provocando una rápida evolución y su muerte sensorial. No se deben permitir oscilaciones térmicas ± 15 ºC, ya que provocan una admisión de aire o una expulsión de 4 mm y a la vuelta de algunas semanas se habría estropeado el vino.
Las botellas deben conservarse siempre en posición horizontal, de forma que el tapón permanezca humedecido por el vino. Si se conservan en pie, es fácil que el corcho se reseque –sobre todo si la cava alcanza temperaturas superiores a los 14 ºC– y mengüe de tamaño, dejando penetrar aire en la botella. En el caso de los espumosos, la botella debe conservarse en posición vertical para evitar que el tapón tome la forma de taco o clavija y que el gas carbónico se pierda al quedar el corcho comprimido de forma permanente.
La humedad relativa no debe ser inferior al 70%. A los vinos les conviene cierto índice de humedad en el ambiente para que el tapón de corcho permanezca elástico. Sin embargo, siempre se debe evitar un exceso de humedad, que induzca a la formación de mohos sobre el tapón, cuyo defectuoso aroma puede pasar al vino con facilidad.
Atención a los olores, que el vino es exigente. El lugar del almacenamiento de las botellas debe estar también libre de olores extraños, pues el vino los capta con gran facilidad, incluso a través de la barrera de un tapón, y con más intensidad si existen fluctuaciones de temperatura que, como hemos dicho anteriormente, bombean los gases hacia dentro y fuera de las botellas. Y ojo con la luz. Algunos catadores detectan en los vinos oxidados un sabor característico que llaman 'sabor a luz' y que presenta un olor a coliflor cocida o lana mojada. La luz fluorescente con una longitud de onda entre 370 a 450 nm es la principal responsable de este fenómeno, aunque las demás fuentes de iluminación también lo son en menor medida.
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