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Marto Pariente habla en El Nopal de novela negra, bares, Fargo y entorno rural. Gustavo Bernal
Una Alhambra con | Marto Pariente, escritor

«Las conversaciones de bar radiografían la sociedad»

No le gusta el dulce y disfruta probando sabores nuevos. Marto Pariente, cuya obra está publicada en la Série Noire de Gallimard, escribe sobre entornos rurales

Jesús Lens

Granada

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Viernes, 29 de noviembre 2024, 00:07

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Hablamos con el escritor Marto Pariente en El Nopal, donde se enfrenta a su bautismo de fuego con la cocina mexicana. Su obra más reciente es 'Hierro viejo', publicada por Siruela. Hablamos de un escritor de género negro con el privilegio de que una de sus novelas, 'La cordura del idiota', haya sido traducida al francés para ser publicada en la prestigiosísima Série Noire de la editorial Gallimard, en la que también aparecerá 'Hierro viejo' a no mucho tardar.

–¿Qué tal comió en Granada Noir, en Qübba Gastrobar del Hotel Saray y en El Nopal?

–Fue un verdadero placer tanto por el menú como por la compañía. En ambos locales nos hicieron sentir como en casa por su calidez y atención.

–¿Contento con ese primer acercamiento a la cocina mexicana?

–Sí, sabores diferentes. Degustamos una gran variedad de tacos. La velada fue muy amena y didáctica gracias a las explicaciones de nuestro querido amigo Gustavo Bernal, que nos enseñó, entre otras curiosidades, la forma correcta de voltear el taco, las bondades de la chumbera mexicana y lo más importante: que aunque en la carta especifique 'sin picante' no quiere decir que no pique.

–¿Qué tal se come en los festivales españoles, usted que va a muchos de ellos?

–En líneas generales se come bastante bien. Variedades tanto nacionales como internacionales. Lo mejor, la compañía; el hecho de poder degustar platos típicos de la región en la que te encuentres, rodeado de viejos amigos, se convierte en una experiencia inolvidable.

–¿Y en los franceses? O en Francia, en general…

–Tienes que acostumbrarte, de esto no hay duda. Es diferente, matices, sabores muy distintos a los que estamos habituados. Quizá lo que peor lleve son los horarios de comida y de cena. Lo mejor: las tablas de quesos en la sobremesa.

–¿Es usted 'cocinicas? ¿Qué se le da bien preparar en el día a día?

–Comida casera: cocido, fabada, arroces, pastas, tortilla de patatas, croquetas; lo dicho de todo un poco, desde guisos hasta platos algo más elaborados.

–¿Y en días señalados?

–Me suelen pedir rabo de ternera o cocido madrileño cuando tengo visita. En Semana Santa son imprescindibles las torrijas para la familia.

–¿Por qué le gusta escribir género negro que transcurre en zonas rurales?

–Me gusta escribir género negro. El hecho de que las tramas transcurran en un entorno rural se produce, sobre todo, por una cuestión de honestidad para con mis lectores. Sé que muchos escritores tienen la tentación de ambientar sus novelas en lugares exóticos, lejanos y de nombre muchas veces impronunciable. Considero que lo más honrado es hablar de lo que una sabe y conoce. Los dramas, crímenes y pasiones humanas no son en absoluto privativos de las grandes ciudades. Además, recuerden el dicho: pueblo pequeño, infierno grande.

–¿Le molesta/gusta la comparación con Fargo?

–Me encanta. Parajes agrestes y desolados. Personajes imperfectos. Tramas criminales que desbordan una suerte de violencia disfuncional que poco o nada tiene que ver con la ficción a la que tan mal acostumbrados estamos.

–¿Usa bares, restaurantes o cafés como escenarios de sus novelas? ¿Le sirven para perfilar a los personajes y que muestren parte de su personalidad?

–No como eje central, pero sí como escenarios casuales. Su utilización en mis historias es de orden práctico; me ayuda con aspectos sociales y culturales, dejes en el habla, usos y costumbres. De hecho, y hablo fuera de la ficción, considero que hay conversaciones de bar que radiografían la sociedad del momento mejor que algunos medios de comunicación.

–¿Qué nos recomienda de la gastronomía manchega?

–En Guadalajara son de obligada cata los torreznos, las migas el cordero, el cabrito y el cochinillo. Y de la gastronomía manchega me quedo con sus quesos de leche cruda de oveja.

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