FERMÍN AZPETEGUIA
Viernes, 7 de octubre 2022, 00:53
La pescadería es una de las tiendas que más dejan de frecuentarse en cuanto el bolsillo aprieta;y es un error. Hay que comer pescado al menos dos o tres veces por semana, y si es fresco, mejor. Pero si no lo es, tampoco pasa nada. Lo importante es disfrutar de la mesa, y el congelado, más económico, puede resultar una magnífica opción para los actuales tiempos de cinturones ajustados. El proceso de ultracongelado que lleva este tipo de productos garantiza el mantenimiento de todas sus propiedades nutricionales. Si comparte el plato con amigos o en familia, no lo dude, le resultará mucho más saludable. La buena compañía en la mesa es un factor nutricional de primer orden.
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Dedicaremos a ella algún día este espacio. Hoy abrimos el congelador de la mano de la nutricionista Miren Salazar, de la clínica Pinies. «Si no se hace del todo bien, el proceso de congelado puede provocar alguna pequeña destrucción de alguna vitamina. Pero nada más. Las proteínas, los ácidos grasos, el valor nutricional del pescado congelado continúa siendo muy alto», valora la experta. «Consumirlo, especialmente en los tiempos que corren, puede ser una muy buena opción, y no sólo por razones económicas.
No hay producto de mar que no se pueda congelar. Su consumo, además, puede realizarse con total tranquilidad con todos ellos, salvo con los bivalvos, cuya toma debería –cuando menos– moderarse. Mejillones, almejas, navajas, berberechos y demás familias se alimentan, como se sabe, por filtración. Los últimos estudios sobre el problema de los microplásticos confirman la alta concentración de estos materiales que acumulan estos bichos, hasta de nueve tipos diferentes
Es cierto que el impacto de este fenómeno sobre la salud humana es todavía una incógnita. ¿Son perjudiciales para la salud? Aunque aún hay cierta controversia –y lógicamente muchos intereses comerciales–, ya hay algunos estudios que hablan sobre el alto riesgo que entrañan. Hemos hablado ya de eso en este espacio. Los especialistas más precavidos, como Miren Salazar, aconsejan precaución. Y a partir de ahí, cada uno somos mayorcitos... El problema de las chirlas y compañía no se relaciona, por tanto, con el congelado, sino con la contaminación de los mares, que quizás cuando nos la tomemos en serio sea demasiado tarde.
También hay dos especies de pescado que presentan peores condiciones para el congelado, aunque no hay que desanimarse ni a guardarlos a 18 grados bajo cero (o menos), ni a comérnoslos cuando los saquemos de él. Son el bacalao y el salmón. Los dos son muy delicados y cuando se rompe la cadena de frío presentan mayor riesgo de que se desarrolle en ellos alguna bacteria o microorganismo.
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Ahora bien, nada preocupante si las cosas se hacen bien. Un buen descongelado, el que garantiza el mantenimiento de la mayoría de las propiedades nutricionales de cualquier producto, no sólo los de mar, debe realizarse con tiempo y en el frigorífico. No a temperatura ambiente.
Comer pescado congelado, en definitiva, es siempre una sana opción y ahora, más que nunca. Una encuesta reciente realizada por el sector señala que sólo el 57% de la población española, algo más en Euskadi. Es poco. Cuando piense en este tipo de productos recuerde que...
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– Los valores nutritivos se mantienen también en el producto congelado. Su consumo, por tanto, favorece el mantenimiento de una dieta sana y equilibrada.
– La conservación a bajas temperaturas (-20º C) evita la contaminación por anisakis. También evita la intoxicación por este tipo de larvas cocinarlo a más de 65º C.+
– Descongele en el frigorífico, no lo haga a temperatura ambiente. Es importante que el proceso no sea brusco.
– No rompa la cadena del frío al llevarlo de la tienda a su casa.
– Los mariscos pueden cocinarse sin ser descongelados previamente, como las verduras y hortalizas.
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