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Un plato de croquetas. Ideal
Las múltiples propiedades de croquetas para tu salud

Las múltiples propiedades de croquetas para tu salud

No es un alimento básico ni un plato para todos los días, pero puede tener tantas ventajas nutricionales que ya cuenta hasta con un día internacional

fermín apezteguia

Viernes, 24 de enero 2020

De todas las jornadas mundiales habidas y por haber, que no son pocas, la que más me ha llegado al alma últimamente es la que se celebró el pasado 16 de enero. Fue el Día Internacional de la Croqueta promovido, según tengo entendido, nada menos que por Naciones Unidas. Luego he sabido que distintas organizaciones, y supongo que grandes empresas, han impulsado otras efemérides universales para el festejo –agárrense que viene curva– de productos como el croasán, la pizza, la hamburguesa y hasta del perrito caliente. Está claro que el que no llora no mama. Pero mira por dónde, lo de la croqueta resulta que tiene su salsa, más que su miga, porque según como se haga puede resultar muy saludable e incluso tener sus ventajas nutricionales. ¿No se lo cree? ¡Pues siga leyendo!

«La croqueta no es un alimento para todos los días, pero en función de cómo se elabore, el relleno que lleve y la forma de cocinado puede convertirse en un plato muy interesante, que puede encajar muy bien dentro de una dieta sana y equilibrada». Así lo asegura la nutricionista Irene Cortadi, de la empresa alimentaria Gasca, que ha coordinado esta semana un taller sobre croquetas saludables, precisamente con motivo de la celebración de su día internacional. Bien pensado, los ingredientes básicos de las croquetas constituyen una rica fuente de vitaminas y proteínas de alto valor nutricional.

La leche –mejor semidesnatada para reducir su contenido graso– es un producto rico en calcio, vitaminas y nutrientes de indiscutible valor biológico. Lo ideal sería elaborar nuestra receta con harinas integrales o de legumbres y pan rallado también integral, que aportarían fibra, hidratos de carbono y proteínas vegetales. El objetivo es que el plato no se convierta en una bomba calórica y hay ahí dos elementos clave que deben cuidarse muy bien:el relleno y el aceite que se utilice.

Cuidado con el relleno

Sobra decir que si de croquetas hablamos, como las de casa ninguna; y las de la madre de uno, las mejores. Pero, no lo olvide, las de supermercado ahorran tiempo, aunque las verdaderamente saludables son las que se preparan en el fogón propio. Como es una receta que vuelve locos a los niños (también a los mayores, de acuerdo), pedirles que echen una mano en su elaboración contribuye a familiarizarles con el arte de la cocina y a hacer de ellos unos grandes comensales.

La masa debería prepararse aprovechando siempre que sea posible las sobras de la comida anterior, que no hay por qué arrojar alimentos a la basura. Cuanto menos desperdicio generemos, mejor. Lo agradecerá nuestra economía, la salud del planeta y, sobre todo, la de sus habitantes. Lo ideal sería que el relleno fuese acompañado preferiblemente de pescado o verduras como espinacas, que van muy bien; y si es de carne, mejor de pollo o pavo. En buena lógica, cuanto más contenido en 'sustancia', más sano. Diez gramos de espinacas con un 95% de besamel tienen poco de saludable.

También al horno

El mejor aceite para freírlas es el de oliva, y cuanto menos se reutilice mejor. Han de cocinarse a una temperatura alta, entre 175 y 190 grados, y procurar que se hundan en el aceite para que se hagan de forma homogénea, crujientes y doradas. Al freírlas hay que evitar también que se adhieran a ellas esos restos negros de ingrediente quemado que afloran en toda fritura. Contienen acrilamida, una sustancia química que se metaboliza en el organismo y resulta potencialmente cancerígena.

Como alternativa, para evitar negruras y reducir grasa, pueden prepararse en el horno, con una bandeja de rejilla. No quedan igual de crujientes, pero rebajan mucho las calorías ingeridas. Para limitar la cantidad de grasa también ayuda colocarlas sobre papel de cocina una vez hechas. Una croqueta de 30 gramos puede tener 60 calorías, casi como una manzana, pero al freírla puede llegar a las 100. Sirven para ayudar a los niños a comer de todo y a los mayores para facilitar su deglución, que a determinadas edades se complica. Por cierto, son de origen francés, no español, ni italiano. De croquette (crujiente). Disfrútenlas.

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