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Ecología y sostenibilidad también en la mesa

En un tiempo de mares contaminados, aires cada vez mas irrespirables y cambio climático, la alimentación no sólo debe ser siempre saludable sino también respetuosa con el medio ambiente

Fermín Apezteguia

Viernes, 14 de febrero 2020, 01:30

Es hora de tomar conciencia. Lo oímos cada día en infinidad de ocasiones y muchas de ellas no le prestamos la menor atención, pero es rigurosamente cierto. El planeta se agota. Los recursos naturales son limitados y las personas, no en general, sino cada uno de nosotros, podemos hacer mucho más de lo que pensamos, si no por salvarlo, sí por alargar su existencia. No es cuestión de dramatismos, sino de tomar conciencia de lo que nos está ocurriendo. El mantenimiento de una dieta sostenible, un régimen alimentario que permita al planeta regenerarse al ritmo del crecimiento de la población mundial, no es ya un discurso bienintencionado, sino una necesidad.

La organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO) estima, sin que sea un cálculo descabellado, que de aquí a 2050 -pasado mañana mismo- seremos 9.000 millones de habitantes la Tierra, que no podrán alimentarse de la manera en que lo estamos haciendo en la actualidad. El planeta no da más de sí. El cambio climático y la pérdida de recursos naturales son, de hecho y en buena medida, consecuencia de un sistema de producción de alimentos, que no podrá mantenerse al ritmo actual.

A la actividad agrícola se le atribuye hoy el 30% de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero, el 70% del consumo de agua y también buena parte de la deforestación y la pérdida de biodiversidad. La cría de ganado, los procesos industriales de envasado y transporte, y el desperdicio de alimentos hacen buena parte del resto.

Hágalo usted mismo

¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros desde nuestra cocina para mejorar la situación? Muchísimo. Lo primero, tomar conciencia de la situación, que es delicada. La FAO propone hacer un esfuerzo en tres líneas, que son consumir bastante menos, reducir el desperdicio de alimentos -que se nos llena la basura de comida desaprovechada- y llenar nuestra cesta de la compra con más productos de origen vegetal y menos animal. ¿Cómo se puede llevar esa teoría a la práctica?

No es tan difícil. La Fundación Eroski, en su 'Guía práctica de estilos de vida saludables en la madurez', establece un decálogo sobre las condiciones que debe reunir una dieta saludable y sostenible, que bien vale como referencia. Son éstas.

1. Satisfactoria. El de la comida ha de ser un tiempo agradable, que le permita a uno levantarse de la mesa con la sensación de haber disfrutado. La pérdida paulatina de los sentidos del olfato y el gusto como consecuencia del envejecimiento lleva a que, con la edad, apetezca comer cada vez menos. Hay que evitarlo a toda costa, porque la mesa es salud y familia, que son los principales nutrientes de la vida. Cuide la presentación y composición de los platos. Hágalos apetecibles.

2. Suficiente. Lo que comamos debe aportar la energía necesaria para vivir. Recuerde que esas necesidades disminuyen con la edad, por razones metabólicas y porque el ejercicio que se realiza es cada vez menor.

3. Completa. La cantidad de alimento ha de ser suficiente y constituir una dieta que aporte todos los nutrientes necesarios.

4. Equilibrada. La alimentación, cuanto más variada, mejor garantiza el aporte de todas las sustancias que requiere el organismo para su buen funcionamiento.

5. Armónica. Necesitamos para vivir hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales. Todos en su justa medida.

6. Segura. Los contaminantes biológicos o químicos no deben superar los límites de seguridad establecidos por ley. Tranquilidad. Lo lógico es que así sea.

7. Adaptada. La dieta debe configurarse en función de las necesidades de cada uno.

8. Sostenible. Respetuosa con el medio ambiente, sobre todo con la vida humana.

9. Asequible. Lo que significa que ha de permitir la interacción social, la convivencia y, por supuesto, ser económicamente viable.

10. Mediterránea. La dieta debe configurarse fundamentalmente a partir frutas, verduras y pescado más que carne, pero no olvidar a ninguna de ellas; y si lo hace, o tiene que hacerse, siempre con consejo profesional.

Ése es todo el secreto. No hay más. La vida del planeta es la de nuestros hijos.

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