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Alejandro junto a su madre y sus otros dos socios a las puertas de Manigua.

El diseñador gráfico de Granada que lo apuesta todo a la cuchara

Con nombre propio | Alejandro García ·

Tras pasar varios años en Inglaterra e Italia, ha regresado a Granada para hacer realidad su sueño y montar una auténtica casa de comidas

alberto flores

Viernes, 19 de marzo 2021, 01:08

Hablar de hostelería durante el último año en Granada equivale a hacerlo de restricciones, limitaciones de aforo y cierres. Son muchos los bares y restaurantes que se han visto obligados a bajar la persiana de forma definitiva en la ciudad y a día de hoy una gran cantidad sobrevive con lo justo para evitar el cierre con la certeza de que únicamente podrán aguantar unos pocos meses más. Sin embargo, siempre hay excepciones. Personas que van a contracorriente y que pese a las dificultades siguen su camino sorteando cada obstáculo que se encuentran en él. Es el caso de Alejandro García, que junto a su madre y dos amigos han decidido montar su propia casa de comidas en plena pandemia: Manigua. «No tenemos miedo porque sabemos que esta situación va a pasar y para nosotros era ahora o nunca», cuenta Alejandro, un diseñador gráfico granadino de 33 años que comenzó a trabajar en la hostelería para pagarse los estudios y que encontró en ella su mundo.

«He vivido muchísimos años en el extranjero y he trabajado mucho en la hostelería», cuenta Alejandro, que en Manigua se encarga del trabajo de sala pese a que todos hagan un poco de todo, «como en cualquier familia». Tras pasar un tiempo en Italia e Inglaterra, donde aprovechó para formarse como barista, experto en cócteles y atención en sala, llegó el momento de regresar a su tierra y hacer realidad su sueño. «El del diseño gráfico es un mundo que aparentemente no tiene nada que ver con la hostelería pero se pueden encontrar nexos. Con Manigua he podido unir mis dos pasiones y ha sido muy bonito», porque él se ha encargado de construir la imagen corporativa del negocio aunque siempre junto a sus otros tres socios.

Gastronomía Granadina

Junto a Alejandro forman parte de esta aventura tres personas más: su madre Gracia Castro, que ejerce como «la mamá de todos» y se encarga de tareas de gestión; y Andrés Cárdenas, uno de sus mejores amigos de la infancia, y Fabián Fuentes, que son los encargados de los fogones. Cada uno tiene sus funciones, como en cualquier otro negocio hostelero. Sin embargo, en Manigua huyen de poner etiquetas al trabajo que realizan. «No hay un jefe de cocina o un jefe de sala, no tenemos esas figuras porque trabajamos con nuestro propio sistema que hemos creado desde cero», asegura Alejandro.

Su local, ubicado entre las calles Laurel de San Matías y Jazmín del Realejo, es un sitio coqueto y moderno, con espacio para unos 30 comensales. Cifra que esperan aumentar pronto cuando las restricciones por el coronavirus sean menores. La carta cuenta con un protagonista: la cuchara. «Queremos llevar los guisos a la excelencia, recuperar las recetas de las abuelas y darles el valor que se merecen». Porque el objetivo que se marcan es ese: realizar potajes de toda la vida adaptados a la actualidad.

«Somos una casa de comidas. Queremos que la gente venga con hambre y sin prisa, a disfrutar de la gastronomía con un trato familiar». Cada día ofrecen un plato de cuchara diferente y la verdura juega un papel principal porque están convencidos de que los tiempos en los que solo era un acompañamiento quedaron atrás. «Tenemos que poner en valor nuestra gastronomía porque tenemos productos para ofrecer algo de diez», cuenta Alejandro, que ha llegado a la conclusión de que la hostelería se ha despegado mucho de la identidad gastronómica granadina.

Manigua abrió sus puertas por primera vez el pasado 8 de marzo y tuvieron que preparar todo entre cierres y limitaciones. «No nos ha quedado otra que aprovechar para hacerlo con más tranquilidad, todo ha surgido en esta época y al final tomamos la decisión de abrir mientras estábamos encerrados en casa». Posiblemente el momento más difícil para montar un negocio de hostelería aunque por el momento no les está yendo mal: «hemos tenido que decirle a amigos y familiares que quería venir que no podían porque estábamos llenos. No nos esperábamos esta acogida, está siendo sorprendente». Un proyecto que nace en un momento difícil y que espera convertirse en una referencia de la olla y la cuchara en Granada, porque si algo tienen claro en Manigua es que los sueños pueden hacerse realidad, por muchas piedras que haya en el camino.

Un sueño para acabar con la pesadilla

El pasado 8 de marzo Manigua recibió a sus primeros comensales. Una casa de comidas que busca convertirse en uno de los referentes de la cuchara granadina y que ha decidido abrir sus puertas en plena pandemia. Uno de los momentos más difíciles para la hostelería debido a la falta de ayudas, las limitaciones de horarios y los aforos reducidos.

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