Nos citamos en un establecimiento con sabor literario, el Gran Café Bib-Rambla. A mediodía y en plena Semana Santa se está tranquilo, lo que constituye un pequeño milagro. Juan Varo, profesor titular de Literatura Española en la UGR y acerado escritor de aforismos, solo pone una condición: «que no sea muy tarde porque debo estar en casa antes de las 15 horas para preparar la comida de mis hijos».
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–¿Qué les preparará hoy?
–Algo sencillo. Pechugas de pollo, ensalada y espárragos fritos, que están de temporada y muy buenos.
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–¿Es usted 'cocinitas'?
–Cocino yo por una cuestión de horarios familiares, pero muchos días me limito a calentar comida que ya está hecha. Platos caseros, sencillos y sin alardes.
–Uno de sus libros de aforismos se titula 'Mudo pez en el mar'. ¿Es más de carne o de pescado?
–De carne, claramente.
–En su libro más reciente, 'El demonio meridiano', escribe: «Quienes entran una tarde en un bar y al salir descubren que han pasado quince años...
–...y que no les quedan otros tantos para recuperarlos». Es un viaje en el tiempo... que termina mal.
–¿Es tiempo perdido o tiempo recuperado, el que pasamos en los bares?
–Depende de con quién estés. En los bares pasan cosas y para la vida que llevamos habitualmente, son importantes, que no nos pasan tantas cosas como nos gustaría. En ellos se conoce a los amigos e incluso a la novia, como fue mi caso. En el Siglo de Oro había espacios llamados 'Casas de conversación' y tuvieron una enorme importancia. Hablar por hablar debería apreciarse más y valorarse en su justo término. Los bares son espacios de encuentro fuera de tu entorno que se convierten en espacio de confort propio. ¡Ahora nos estamos dando cuenta de lo que valen!
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–Otro de sus aforismos: «Primero el deber; luego el comer. Nunca se alía tan estrechamente la lógica con la gula sino cuando altera el orden de esta prioridad».
–Lo aplico a la situación actual. Creo que debemos recuperar el deber y anteponerlo no solo al placer, sino al instinto básico de supervivencia. Reivindicar lo que hay que hacer, en el sentido más noble.
–También habla de canibalismo. ¿Acto supremo de amor?
–¡No! (Risas) Hay que rehuirlo. Nos da tanto asco porque en el fondo nos tienta. (Más risas) Eso sí, el canibalismo moral es muy peligroso porque anula y suplanta a la persona 'comida'. Y es más frecuente de lo que pensamos.
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–Hablemos de hambre y picaresca en el Siglo de Oro...
–Somos un país de hambrones y lo hemos sido hasta hace poco. Me quedo con dos imágenes: el pollo de Carpanta y la canción de la vaca lechera que aparecía en 'Canciones para después de una guerra'. En la literatura picaresca se alternaban con sentido alegórico el hambre atroz con las comilonas descomunales.
–¿Se convertirá la gastronomía en género literario?
–¡Ya lo es! El ejemplo es Simone Ortega. (Risas). En 'Las Soledades' de Góngora hay comidas extraordinarias. Y recordemos las bodas de Camacho del Quijote...
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Un ingrediente El aceite. De oliva, siempre
Un sitio para celebrar Antonio Pérez y Tinta Fina
Una tapa para abrir boca Tortilla de patatas
Una cocina internacional La italiana
Dulce favorito Chocolate y piononos
–Como buen aficionado a la ciencia ficción, ¿no tiene la sensación de que apenas se come en el futuro?
–La ciencia ficción habla de los miedos y de las fantasías del presente. En las novelas de Philip K. Dick, por ejemplo, la comida escasea y solo las élites comen bien productos que están desapareciendo. Ahí lo dejo...
–Y como cinéfilo, ¿qué nos recomienda?
–'El Hoyo' hablaba precisamente de eso que decíamos antes, pero me quedo con 'Ratatouille', que el personaje de Anton Ego, el crítico gastronómico, es de los más conseguidos y alucinantes del mundo.
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–¿Cómo lleva el cierre de las salas de conciertos?
–¡Muy mal! ¡Horrible! Es de esas cosas en las que antes no reparábamos: el nivel de conciertos que había en Granada. El Planta Baja, por ejemplo, lleva décadas proporcionándome momentos de felicidad. O la Prince, El Tren... Programación de jazz, clásica, flamenco... Nos ha faltado darle proyección externa a la música en Granada y convertirla en paquetes atractivos.
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