Cristina lleva 36 años en el mundo de la repostería y reconoce que no sabe lo que sería de ella sin el dulce. IDEAL

La estudiante de derecho que dio con su pasión haciendo las tartas más famosas de Granada

Con nombre propio | Cristina Ocete ·

«En Granada somos muy dulceros». La repostera lleva toda su vida haciendo pasteles, trabaja en su propio obrador artesanal y tiene una pastelería en el centro de la ciudad

alberto flores

Viernes, 12 de marzo 2021, 01:25

El mundo de la gastronomía es enorme y cada vez aparecen más productos sorprendentes para despertar nuevas sensaciones en el paladar. Sin embargo, si buscamos ... uno que nos traiga a la mente buenos momentos y recuerdos imborrables, a la mayoría nos vendrían las tartas a la cabeza. Porque incluso los que son poco dulceros saben que hablar de pasteles y bocados dulces es hacerlo de felicidad, buenos momentos y reuniones inolvidables. Cumpleaños, bodas, comuniones, celebraciones… Un dulce perfecto para acompañar prácticamente cualquier ocasión especial que en Granada cuenta con una auténtica maestra en su elaboración: Cristina Ocete. Una repostera que lleva toda la vida con las manos en la masa y que no podría ser feliz sin las tartas.

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«Me paso todo el día preparando pasteles hasta el punto de que me regañan porque no paro», cuenta Cristina, que dispone de su propio obrador y tiene una pastelería en el centro de Granada. Una labor que le mantiene ocupada la mayor parte del día pero que no le pesa aunque se trate de un trabajo muy sacrificado. «Disfruto muchísimo con lo que hago y no me puedo imaginar mi vida sin las tartas porque soy feliz al llegar al trabajo y me marcho con una sonrisa al terminar cada día».

Tradición familiar

Para hablar de los inicios de Cristina en el mundo de las tartas hay que retroceder hasta que era una niña, con unos siete años de edad, ahí fue cuando comenzó todo. Su abuela solía preparar muchos bizcochos y diferentes postres como roscos o pestiños y ella intentaba imitarla con una pequeña hornilla en la que replicaba los pasos que seguía su abuela. «Hacía las mismas cosas que ella pero la verdad es que me quedaban bastante malas», recuerda entre risas. En su casa siempre se disfrutaba del dulce, algo que para ella sucede mucho en Granada, donde considera que existe una gran tradición de pasteles y la gente es muy de dulce.

Pasaron los años y no había una semana sin que preparase una receta diferente. Volvía del colegio y se metía en la cocina: a veces un bizcocho, otra unas natillas, a la semana siguiente una tarta nueva… Buscando siempre nuevas ideas entre recetas familiares, libros de cocina y lo que le contaban las amigas de su madre. Sin embargo, pese a ser una enamorada de la pastelería decidió estudiar la carrera de Derecho aunque en el fondo sabía que no era su camino. «Escuché de unas mujeres en Málaga que hacían postres y los vendían en restaurantes y me llamó mucho la atención así que decidí visitarlas para ver cómo hacían todo». Ahí se abrió su mundo. Comenzó a preparar tartas en su cocina, en un horno convencional y de una manera totalmente amateur mientras compaginaba todo con sus estudios. Primero vendía a conocidos y después empezó a trabajar con restaurantes. «Iba casi puerta por puerta para intentar que mis tartas llegaran a más sitios». Y con el éxito creciente de sus postres tomó una determinación: abandonar Derecho para apostarlo todo por su sueño. «En la cocina podía realizarme, sentirme yo misma y me di cuenta de que lo que realmente quería hacer era esto, vivir de mi pasión», cuenta la repostera granadina.

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Así pasó de hacer un par de tartas al día en su cocina para unos pocos restaurantes y amigos a montar su propio obrador y empezar a vender sus productos por decenas. Aunque sus inicios fueron completamente autodidactas, con el paso del tiempo Cristina comenzó a formarse con múltiples cursos. «En este oficio hay que estar pendiente de todo: nuevas tendencias, los recetarios antiguos, los gustos de los clientes… Pero lo que más me gusta es cuando alguien me cuenta una receta vieja, de tradición familiar, e intento replicarla y adaptarla a mi estilo».

Pastelería artesanal

Su mayor secreto tiene que ver con realizar una producción muy artesanal. De hecho, en su obrador únicamente hay un par de hornos y batidoras, nada más. Lo que le permite ofrecer una pastelería tradicional y casera de verdad, en la que todo se hace de forma manual. «A mi lo que más me importa es el sabor y me considero bastante tradicional en repostería», asegura la repostera, que reconoce que prestar atención a las innovaciones en repostería es importante pero que al final lo que más importa es que a la gente le guste. «Hay repostería que es muy bonita y original pero que sabe más o menos igual y ese no es mi camino». Porque a ella lo que le interesa es que cada elaboración sea diferente, con otras texturas y sabores. «Busco eso más que una decoración espectacular, no me importa que sea algo más sencillo si está muy rico».

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Cuenta con más de 40 referencias de productos en su recetario particular y siempre está pendiente de buscar un bocado que le sorprenda. «Intento probar nuevos sabores y buscar cosas diferentes a las que suelo hacer. La repostería ha evolucionado mucho y cada vez la gente la valora más». Prueba de esa evolución es que ahora todo el mundo entiende de pastelería y disfruta de ella. «A la gente le gusta mucho el dulce porque lo conoce y no se conforma con cualquier cosa». Considera que ha conseguido «hacerse nombre» en Granada. «Me conformaría con seguir como hasta ahora, estoy muy orgullosa de mi trabajo».

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