Lucía González, Chapi, habla en el Botánico sobre la importancia de las redes vecinales. Miranda García
Una Alhambra con | Lucía González | Librera, chapista, editora y gestora de mercados

«La forma en que comemos es un acto político y social»

Hablar con Lucía González es pensar en muchos de los problemas de las ciudades contemporáneas a la vez que disfrutar de un optimismo sin igual

Jesús Lens

Granada

Jueves, 3 de agosto 2023, 23:46

En Lucía González coinciden varias personas distintas, pero todas ellas vitalistas, torrenciales, entusiastas, comprometidas y analíticas. Por tanto, en esta entrevista se quedan muchas cosas fuera. Nos vemos en el Botánico en un día muy especial: la puesta de largo de una nueva edición del libro veraniego de Joaquín López Cruces, publicado por Libros del Autoengaño, la editorial de Lucía. El local está lleno de gente que habla, ríe y bebe. Buscamos un aparte para charlar un ratito.

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–¿Cómo define al Botánico?

– Es un espacio que no solo es un templo gastronómico, es hogar. Desde hace muchos años, me sentí como en casa. Julia y Esther, año tras año, siguen sabiendo mantener la calidad, la calidez, la vanguardia, la cultura, el arrope del barrio y el buen gusto. Y siempre están dispuestas a colaborar en cualquier locura gastrocultural y colaboración maravillosa, con las movidas y eventos que les propongo. Son hogar y alegría.

–Su librería, OVNI Bazar Bizarro, que se vio obligada a cerrar hace unos meses, era vecina...

–Es un concepto importante. Hay que seguir construyendo barrio, construyendo redes vecinales. La forma en que comemos, consumimos, a quién apoyamos, a quién damos nuestro dinero, nuestros likes y nuestros peloteos; son las maneras como construimos el mundo. Son actos políticos, sociales y hasta emocionales. ¿A quién podrás dejarle las llaves cuando todo sean Starbucks?

–Le preocupa la gentrificación...

–No podemos convertir todos los centros de las ciudades en parques temáticos de ocio que expulsan a los vecinos. Disneylambra no es sostenible. Apoyo que haya bares, que se conserven tabernas y se potencie la restauración y la hostelería, pero con horarios amables para todos, con la convivencia general, con contratos justos y buena conciliación familiar para quien trabaja. Y, sobre todo, generando un tejido real, no morralla de bares todos clónicos, sin personalidad, con menú gentrificador, como yo le llamo: lágrimas de pollo, tartar de lo que sea, nachos y pasta con algo. Una hostelería sin límites y sin aportar nada, más allá que llenar los bolsillos de los de siempre a costa de todos los bienes de la ciudad.

–¿Falta definir una cocina granadina tradicional?

–Es un tema complejo y necesitamos revalorizarla. Y poner en alza la calidad de nuestros huertos de la Vega o nuestros productos de La Alpujarra y cercanía. Hay sitios fabulosos donde disfrutar de la cocina de Granada, para todos los gustos y todas las necesidades alimenticias. Desde el propio Botánico hasta el María de la O, Betula Nana, Manigua. O cosas más cercanas, tabernas como Castañeda donde comer unas croquetas regadas con un Calicasas.

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–¿Qué otros sitios le gustan?

– Además de los citados, adoro el Loop, Salta María, el Tapi, La Cavilla, La Taberna del Cosmonauta, Taberna Granados, Papaupa, Bella Kurva, Choibap, etc.

–¿Y qué me dice del Planta Baja?

–Los mejores jefes, la mejor jefa y programadora cultural, el mejor público, los mejores compañeros. Planta Baja me ayudó y me ayuda, estando de taquillera y guardarropía, a saldar un préstamo que arrastro desde que abrí OVNI y llevan ya casi 6 años confiando en mí y yo dándolo todo por el espacio cultural más molón, vanguardista y longevo de Granada. Estar 30 años en la brecha y en la cresta de la modernidad es digno de alabanza.

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–¿Se animaría la Lucía editora a publicar un libro gastronómico?

–Me encantaría. Me chiflaría sacar un librito o fanzine de recetas, de cualquier tipo, cercanas y saludables, de la vida moderna. Ahora también proliferan muchos mangas de cocina fabulosos y hay ejemplos de libros autoeditados de cocina contemporánea como Cocinabuenoparati o Mañanitas.

Tengo una muy buena colección de libros de cocina y gastronomía y siento especial predilección por los libros caseros, esos cuadernos o carpetas con las recetas escritas a mano, con pequeños dibujos o explicaciones espontáneas, con recortes o hojas arrancadas de recetas de lo más variado. En mi casa tengo el mío propio escrito por mi madre con las recetas familiares y recuerdo también uno precioso y muy emotivo de una suegra.

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