«Me gusta el barrio, el bar de siempre»

–¿Es El Paraíso el paraíso perdido de Mateo?

–Era el paraíso de sus padres. El lugar en el que arrancó esa historia de amor a la que Mateo le debe la vida. No es que sea su paraíso perdido, es un paraíso que nunca llegó a conocer y que reconstruye con su imaginación, con los últimos restos visibles del lugar. Es como una especie de santuario secreto al que peregrina buscando las huellas de su padres.

–¿Algún bar en el que le gustaría que esparcieran sus cenizas?

–Ahora que lo pienso, no sé si me gustaría que esparciesen mis cenizas en algún bar. Pero me has dado una idea, así que quizás empiece a planteármelo. Eso sí: en caso de lo que hagan, mejor que sea en un local cerrado al público. Todo sea para no molestar a la clientela y no arruinarles lo que se estén bebiendo.

–¿Habla la demolición de El paraíso de la gentrificación?

–Creo que a todos nos disgusta que las zonas históricas de las ciudades, o algunos de sus barrios más emblemáticos, se hayan convertido en un lugar reservado casi exclusivamente para el turismo y el beneficio de grandes empresas hosteleras, expulsando a los vecinos. Entiendo que es un debate complejo, con muchos matices, pero deben ponerse en marcha soluciones en favor de la gente y de sus necesidades básicas. Es una lástima la pérdida de identidad que supone para una ciudad, por ejemplo, el cierre de un bar de toda la vida o de una pequeña librería. Quizás con eso no se ocupan las portadas de los periódicos, pero a mucha gente le duele en lo más profundo.

–¿Puede haber similitudes entre Santiago y Granada en cuestiones turísticas?

–Me quedaría encantado a vivir una buena temporada en Granada. Son ciudades con una riqueza monumental apabullante, con todo lo que eso significa para el turismo y la economía. Es cierto que todo eso, bien gestionado trae riqueza, y que a todos nos gusta viajar. Pero ha llegado el momento de poner freno al crecimiento ilimitado. Buscar alternativas.

–¿Es usted de establecimientos modernos o clásicos?

–Soy poco moderno. Me gusta el barrio, el bar de siempre, la ausencia de pretensiones. Aprecio más la sencillez que la sofisticación. Aunque admiro mucho a quien innova desde la honestidad y el trabajo, por supuesto. En Santiago, un bar de barrio que conserva los aromas de toda la vida y que recomiendo es Casa Antonio, en la rúa Vista Alegre. Nunca falla. Y en Ourense, practicar el deporte dominical más sagrado: visitar a tu pulpeira de referencia (las mujeres que se ponen a cocer el pulpo en la calle) y llevarte la felicidad de la feira a casa.

–¿Otras recomendaciones?

–Los vinos de Valdeorras me recuerdan a mi padre. Siempre estaban presentes en la mesa, durante las celebraciones. En general –ojo: hablo desde la ignorancia–, creo que son menos populares fuera de Galicia que otras denominaciones de origen. Así que invito a curiosear un poco, a dejarse llevar por el instinto. En cuanto a un plato, ahora que estamos en otoño, pues me atrevería a recomendar el puré de castañas para acompañar una carne que nos guste.

–¿Qué tal la Granada gastro?

–Una maravilla. Ahora mismo me viene a la cabeza la tortilla del Sacromonte, por ejemplo. No la había probado nunca por aquello de los sesos y las criadillas, pero en esta ocasión me lancé. Y me gustó mucho. Además, la compañía de los buenos amigos y su conversación lo merecía. Y todavía me dura la emoción por el cariño y lo bien que trataron a mis sentidos tanto en Qubba como en La Brujidera yChikito. No me cansaré de recomendarlos.