«Me gustan los bares donde, al entrar, saben qué ponerme»

–¿Por qué, el Ajoblanco?

–Porque su dueño, Nico, es amigo, y es uno de los bares en los que me siento cómodo y a gusto. Soy una persona solitaria, ahora vivo solo y en ocasiones, al salir del trabajo, me gusta estar tranquilo, pero rodeado de gente. Poder sacar un libro y leer sin que me miren mal, como si fuera un alien que estorba. Y sitios como Ajoblanco me permiten sentirme integrado. Después de un día duro pasas por aquí y mola.

–¿Es de escribir en bares?

–Sí. Y hasta de corregir. Mi novela 'No. Una historia noir', la corregí entera en La Taberna de Kafka y por eso me pareció bonito hacer allí la primera presentación, que Javi está empeñado en organizar actos culturales relacionados con libros.

–Hasta una cata ha dirigido allí...

–Una cata en que maridaban personajes clásicos del noir con los vinos y las exquisiteces de Javi. Estamos ya preparando otra de la que, espero, pronto podremos dar más detalles.

–En su calidad de arquitecto, ¿cómo ve Granada?

–Tiene que resolver el tema de la movilidad y sacar los coches del centro, que está muy contaminado. Los bares y las cafeterías, por ejemplo, necesitan más espacio urbano agradable. Y es esencial plantar más árboles y tener carriles bici. Una movilidad sostenible que nos permita olvidarnos de coger el coche a la mínima.

–¿Y la evolución en la hostelería?

–Cada vez hay más establecimientos muy interesantes que cuidan los vinos y meten referencias diferentes. A mí me gustan los sitios urbanos de autor, que reflejen la personalidad de su dueño. ¡Y me guste que éste trabaje en su local! Será porque mi padre siempre trabajó en su propia empresa de construcción y no dejó de ir un solo día al curro.Me gusta que el trato sea cercano. Por ejemplo, Casa de los Vinos. Seguro que los nuevos dueños lo mantienen como está. Allí, Juan Carlos, que es una persona biblioteca, me habló de las caudalías del vino, el tiempo de persistencia de su sabor en el paladar, y me inspiró un relato.

–¿Algún restaurante significativo por lo arquitectónico?

–El restaurante de Álvaro Arriaga y su pantalla-mirador es el más significativo. Y también me parece muy interesante la 'cueva' de María de la O, en la parte de abajo.

–¿Es también cervecero?

–¡Sí! Como me gustan los deportes de resistencia, nada mejor que una o dos cervezas al terminar de correr o bajar de la bici.

–Además es vegetariano, o sea que se puede hacer deporte de fondo sin comer carne...

–Lo mismo si la comiera, llegaba antes. (Risas). Soy vegetariano porque tuve una pareja que no comía carne y me acostumbré a su dieta. Resultó que me iba bien, dormía mejor, menos pesado. Pero si hay que comerse unas habas con jamón, me las como.

–¿Qué tal es salir por Granada para un vegetariano?

–Antes era muy complicado, pero afortunadamente se ha cambiado mucho en eso y ahora hay mucho miramiento.Por ejemplo, al acabar mi última carrera, en Lanteira, había dos arroces populares distintos, uno con carne y otro sólo con verduras. Detalles que se agradecen.

–¿Y sus bares de ficción?

–El protagonista es como yo. Tiene uno donde socializar, parcialmente inspirado en el tristemente cerrado Colmao de la Paca, por Derecho. Y otro, el Bartleby, inspirado en garitos como este Ajoblanco, entre otros.

–¿Cocina para usted solo?

–Sí, y me encanta, pero hay platos como las migas que prefiero hacer en casa de mi madre. Son para compartir y aprovecho para llevarme tápers. Me compré una envasadora al vacío, pero apenas la uso.