Borrar
Miguel Ángel Angulo habla en el hotel Saray de su poemario 'La utilidad de la familia'. A. Aguilar
Una Alhambra con... Miguel Ángel Angulo | poeta y metre

«Hacemos feliz a la gente con nuestro trabajo»

Buen 'dulcero', Miguel Ángel Angulo cuida mucho la alimentación, busca tiempo para escribir donde no lo hay y recupera la memoria a través de la poesía

Jesús Lens

Granada

Jueves, 7 de diciembre 2023

La última vez que nos vimos fue en el mismo sitio que ahora: el hotelSaray donde Miguel Ángel Angulo trabaja como metre. Quiso la casualidad que en aquella ocasión maridaran poesía y cerveza. La vez anterior fue en territorio neutral y hablamos de Carson McCullers y 'La balada del café triste', que me recomendó vivamente y aún no he leído. Nos citamos para seguir hablando de poesía. En este caso, la suya, que Miguel Ángel publicó hace unos meses su poemario más reciente, 'La utilidad de la familia', en la editorial Esdrújula.

–¿Qué nos puede contar de su nuevo libro?

–Se trata de un ejercicio en el que he bajado hasta el fondo de mí mismo para sacar lo que llevaba dentro en forma de poemas, de belleza. Seis años de una poesía que es, también, una forma de superación, una vez cumplidos los 40 años.

–¿Todos poemas nuevos o ha rescatado algunos del cajón?

–Todos nuevos. Es un poemario escrito de forma cronológica y que tiene su propia estructura interna. En términos narrativos diríamos que tiene su planteamiento, de hecho comienza con un parto; su nudo y su desenlace. Hay mensajes contundentes en estos poemas y pienso que puede llegar a un público más amplio.

–Lo presentó hace tres meses aquí mismo. ¿Qué tal fue?

–Muy bien. Aunque corría el riesgo de cortocircuitarme con eso de presentar en casa, que se trataba de mostrar una faceta muy privada y hacerla pública. Después he tenido lecturas en sitios tan emblemáticos comoLa Tertulia, un templo de la música y las palabras. Para mí es un orgullo que me inviten a leer y compartir poesía con los demás en sitios así.

–¿Qué tiene la poesía que funciona tan bien en directo?

–¡Que después hay vino! (Risas). En serio, pienso que al escuchar poesía nos replanteamos nuestras propias emociones. Al leerla en voz alta, no es extraño encontrar a alguien del público llorando, alguien al que un poema concreto le ha llegado de una forma muy especial. Eso es precioso. De hecho, yo llegué a la poesía por tener muchas preguntas pendientes de respuesta.

–Cambiemos de tercio para hablar de su faceta como metre...

–El trabajo en la hostelería es sacrificado, pero da muchas satisfacciones. Nuestro objetivo es hacer feliz a la gente, algo intrínseco en el ser humano.Dar de comer a alguien es un acto de amor. Cuando la gente sale, quiere que le den bien de comer, pero sobre todo, estar a gusto y que le den cariño, sin servilismos.

–¿Es más empática la gente con el trabajador de hostelería?

–En sitios como Qübba Gastrobar, donde se cumplen los horarios a rajatabla, sí. Es verdad que hay momentos en que te lo estás pasando bien y no quieres que te pongan punto y final, pero la gente está cada vez más concienciada. Diciendo las cosas con cautela y educación no hay problemas.

–¿Qué tal recibe el cliente del hotel los productos granadinos?

–Tanto José Miguel Magín en cocina como yo estamos convencidos de que la gente de fuera quiere comer lo que se come aquí, en la tierra. Provocamos con la gastronomía el mismo efecto espejo que se da con un poema. Nos resulta sencillo 'vender' los productos de Granada, tanto la comida como los vinos.Somos embajadores de la Granada gastronómica y la gente la prueba y se va muy satisfecha.

–¿Y el cliente granadino cómo lleva lo de venir a un restaurante de hotel?

–¡Bien! Hemos sido capaces de descorrer esa cortina invisible que ha existido siempre a la hora de entrar al restaurante de un hotel. Música, comida y sus olores, bebida y trato van de la mano. Y cada vez hay más sitios así en Granada.

–Su familia tiene tradición en hostelería. ¿Imprime carácter?

–¡Claro que sí! Mis abuelos maternos abrieron el Café Domingo y mi tío Francisco Ávila; Portolano, La Fonda, Quinto Pino... Mis padres también tuvieron un bar.

–¿Muchas historias de su trabajo en Portolano?

–¡Muchas! Fui encargado varios años y la noche permite coleccionar cientos de anécdotas. Es un trabajo duro y respeto enormemente a todos mis compañeros barman.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal «Hacemos feliz a la gente con nuestro trabajo»