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Pablo Amate
Viernes, 2 de febrero 2024, 00:12
Aunque sea de jamón serrano o ibérico. El bocadillo es la autentica alegría para deportistas y aficionados. Con esto de poner los partidos de fútbol ... a las dos de la tarde, hay que llevar la intendencia propia, dado que en los ambigú y puestos de comidas y bebidas de los estadios tienen que vender productos acogidos a la normativa legal de Sanidad. Y aun así, más de una vez nos hemos llevado desagradables sorpresa de intoxicaciones por caducidad o por apagar el sistema de refrigerado por las noches, rompiendo la cadena frío y creando un campo de cultivo de bacterias. El bocadillo de siempre (no el bocata) como el que toma el niño de la foto, recompone los cuerpos de pequeños y mayores de forma saludable.
Bollería industrial
El daño que hace en nuestro organismo es grande, potenciada su ingesta desmedida por ignorancia y comodidad de padres y/o tutores. Es más fácil ver los dulces de mejor precio en el súper, hacer cargamento y dárselos al niño. Antes, al menos en los recreos, se corría y había múltiples juegos dinámicos. Hoy, con una esquina solitaria y un móvil, se pasa el tiempo. En los colegios y otros centros comunitarios deben prohibir la venta por la máquina de productos no saludables. Son auténticos creadores de obesidad mórbida.
Profesor Pepe Torres
Granada siempre fue tierra de bocadillos. Su población juvenil y universitaria los demandan. El tabernero, como a él gusta que lo llamen, Pepe Torres, sabe bien de lo que escribo. Su negocio de La Mancha Chica y otras actuales sedes hedonistas han sabido ofrecer bocadillos que, con pan autentico, nada sintético y unas combinaciones exquisitas en su interior, han logrado que muchos culminaran sus estudios académicos bien nutridos. En uno de los cursos sobre Gastronomía, Enología y Nutrición de la Universidad de Granada le pedí, como director, que impartiera una clase magistral del bocadillo con práctica en directo. A partir de esa docencia, es ínclito profesor.
La merienda de los toros
En Granada, junto a algunos cosos más españoles, se hace una parada en el tercer toro para, sea la hora que sea, ponerse morados con todo tipo de viandas. Nunca olvidaré a un hombre del rural que tenía cercano en el tendido. Llevaba una ristra de chorizos curados y una bota de vino. En la merienda ofreció, como solía ser, unas rodajas a sus vecinos de palco. Estos, al momento se pusieron rojos de lo que picaba en chorizo. Yo también lo probé, y aún me acuerdo del infierno en boca. Seguro que el jovencito de la foto esquió aún mejor tras el bocadillo. Que me consta tomó entero con un zumo natural para empujar. Disfruten.
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