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Fue el número dos de uno de los cursos más prestigiosos de España para formar a sumilleres. IDEAL
El ingeniero que encontró su pasión entre viajes y vinos

El ingeniero que encontró su pasión entre viajes y vinos

Con nombre propio | Julián Hermoso ·

Julián estudiaba para ser ingeniero topográfico pero a raíz de conocer el mundo del vino dio un giro a su vida y se formó para ser sumiller

alberto flores

Viernes, 21 de mayo 2021, 00:21

El mundo del vino está cargado de contrastes y detalles. Está en constante evolución y cada vez se le valora más, sobre todo si se disfruta bien maridado con una buena compañía. Algo que se debe, entre otros factores, a la puesta en valor realizada por los sumilleres, auténticos apasionados del vino y unos enamorados de todo lo que lo rodea. «Para mi el vino es mi vida», cuenta Julián Hermoso, un sumiller granadino que se dedica a la distribución de este producto y que prácticamente todo lo que hace en su día a día está relacionado con el vino. «Hay un dicho que dice que si te dedicas a lo que te gusta no trabajarás nunca más en tu vida», una vida que le lleva de un rincón a otro, recorriendo miles de kilómetros para conocer nuevas referencias y probar diferentes productos.

Entre bodegas y viñedos en España, viajes a Portugal y escapadas a Francia de lunes a viernes, Julián completa la semana trabajando sábados y domingos como sumiller y director de sala en el restaurante familiar. Un auténtico no parar. Sin embargo, aunque ahora su vida no encontrara sentido sin el vino, no lo descubrió hasta los 26 años, ya que anteriormente no bebía nada de alcohol. «De pequeño trabajaba en la venta de mis abuelos tomando comandas para sacarme un dinero extra», pero su relación con la hostelería no iría a más por el momento. Julián decidió estudiar Ingeniería en Topografía, una carrera que le llevaría de Granada a Jaén y, posteriormente, a comenzar su romance con el vino.

«Me marché de Erasmus a Portugal y probé el vino de Oporto. Luego me fui a Chile y visité algunas bodegas pero siempre a nivel usuario». Pero a su regreso a España, todavía cursando la carrera, su interés crecía cada día más y a través de su amigo Toni Martín vio una oportunidad en la comercialización de vinos. «Tenía mucha relación con la hostelería de Jaén y Granada y empecé a mover algunas cajas de vinos», cuenta el sumiller, que reconoce que en ese momento fue cuando se dio cuenta de que existía una salida profesional a través de un mundo que le apasionaba. «Empecé a ver lo que había en el mercado para ver si tenía hueco pero las empresas estaban muy consolidadas, con grandes referencias, transportistas, comerciales… Era algo con lo que yo no podía competir». Y ahí fue cuando decidió apostarlo todo a la formación. «Si quería ser competente en este mundo tenía que ser estudiando para saber más que el resto».

Eso le llevó a Madrid para realizar el Curso de Sumiller de la Cámara de Comercio, el más prestigioso de España. «Había un montón de compañeros que venían de restaurantes estrella Michelin y yo llegaba de una venta de carretera de Jaén», recuerda entre risas. Consiguió finalizar como el número dos de una promoción de 72 alumnos y establecer ahí el punto de partida del resto de su vida. «Para mi suponía un comienzo, tener una titulación con la que poder montar mi historia en torno al vino». Desde ese momento, comenzó a hacer realidad su sueño: una empresa que le permitiera vivir a través de su pasión. Y ahora puede presumir de contar con uno de los porfolios de vinos de mayor calidad del mercado.

«Trabajo visitando, catando mucho e invirtiendo todo lo que gano en probar el máximo número posible de vinos. Viajando y conociendo gente. Porque al final los vinos son personas y están pensados para ser compartidos». Reconoce que lo ha pasado bastante mal durante la pandemia y que incluso llegó a pensar que sería el final de su empresa. «Han sido momentos muy duros, los que nos dedicamos a la distribución enfocamos casi todo a la venta a hostelería y ha sido el peor año de la historia. Vi como mis ingresos se recortaban a cero absoluto durante meses… Fue complicado». Unos momentos que parecen quedar atrás poco a poco, lo que le permite ser optimista sobre el futuro. «Creo que nos esperan cosas buenas y tengo muchísima ilusión. Si hemos sido capaces de sobrevivir a esto creo que al final recibiremos un premio por tanto sufrimiento». Solo le pide una cosa a los próximos meses: «que sobreviva mi empresa para poder seguir creciendo y dando valor a los vinos, que es lo que más me gusta».

Un mundo en constante evolución

El del vino es un mundo complejo y sujeto a constantes cambios que, posiblemente, viva uno de sus mejores momentos. «Está evolucionando de forma positiva porque cada vez se respeta más el viñedo, hay más referencias y mejores productores», argumenta Julián, que viaja continuamente para mantenerse actualizado y conocer nuevas referencias. «La única manera de saber de vinos es estudiar mucho, viajar a zonas de producción y catar con gente que sepa más que tú. Eso es lo que he hecho desde 2016, mi vida gira en torno al vino siempre».

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