Así fueron los inicios del kalimotxo
La combinación de vino y refresco de cola recibió su nombre más popular en 1972, pero antes fue degustada en Nueva York o París
Ana Vega Pérez de Arlucea
Viernes, 19 de septiembre 2025, 11:01
Ocurrió hace un par de meses, mientras trasteaba por internet en busca de documentación sobre la mítica marca de gaseosas 'La Pitusa'. Tenía ante mí, en la web de Patrimonio Digital de Castilla-La Mancha, la primera prueba fehaciente de que el kalimotxo (en su versión castellanizada, calimocho) había tenido otros nombres en el pasado. El anuncio, impreso en la localidad toledana de Torrijos en 1964, decía que La Pitusa con sabor a cola era por sí misma «un exquisito refresco y mezclada con vino un económico cuba libre».
Quizás a ustedes les suene que el famosísimo kalimotxo, trago compuesto por partes iguales de vino tinto y refresco carbonatado de cola, no es un invento vasco sino una denominación afortunada. Los creadores del término siempre lo han admitido y no por ello tiene menos mérito su hazaña, aunque sólo sea léxica: la página de Wikipedia dedicada a esa palabra está traducida a 23 idiomas, se han llegado a fabricar bebidas con ese nombre en California o Rumanía y en el municipio tinerfeño de Tacoronte hay desde hace un par de años una calle Calimocho/Kalimotxo que conecta, muy apropiadamente, una planta de Coca-Cola con una bodega de vino. Los kalimotxeros primigenios son, además, vecinos míos, así que me va el honor personal en contar fielmente su historia. Sucedió el sábado 12 de agosto de 1972, el primer día de las fiestas del Puerto Viejo de Algorta (Getxo) que anualmente se celebran en honor al patrono del barrio, san Nicolás de Bari. La cuadrilla Antzarrak (en castellano, «gansos»), compuesta por unos 25 chavales que no llegaban a los veinte años de edad, se encargaba de la organización de las fiestas y tenía entre sus principales responsabilidades la de gestionar el bar, improvisado en un edificio histórico del barrio de pescadores de Algorta. Lo que se recaudara allí serviría para sufragar numerosos gastos, así que imagínense ustedes el apuro cuando se descubrió que los 2000 litros de vino cosechero de la Rioja que iban a vender al público estaban picados.
Para evitar el desastre financiero e intentar disimular el sabor los de Antzarrak procedieron a mezclar aquel vinacho con distintos refrescos y licores, buscando la combinación que diera mejor resultado. La ganadora fue la de tinto con Coca-Cola. Sólo faltaba conseguir la cantidad suficiente de refresco y poner a aquel apaño un nombre que no diera ninguna pista sobre la composición del brebaje a los posibles consumidores. Todo esto lo han contado miembros de la cuadrilla original tanto en medios de comunicación como en el libro 'El invento del kalimotxo y anécdotas de las fiestas' (2001), y aunque las versiones difieren ligeramente entre sí, supuestamente la bebida fue bautizada a partir de la fusión de apodos de dos amigos: Kalimero y Mortxongo o 'Motxo'. Así nació la palabra 'kalimotxo' aquel 12 de agosto del 72, con todos los allí presentes siendo conscientes de que en realidad no habían inventado nada nuevo. Tal y como cuenta la obra antes citada, uno de los testigos «comentó que esta mezcla no era ninguna novedad y que se llamaba Rioja libre, aclarando que era una bebida muy minoritaria, sólo de señoritos de Bilbao». Desde entonces se ha dicho que anteriormente el vino con Coca-Cola había sido conocido como rioja libre, cuba libre del pobre, cubata gitano o del obrero, tincola y otros variados apelativos, pero yo nunca había encontrado pruebas de su existencia... hasta que vi ese «económico cuba libre» de La Pitusa.
En realidad, la mezcla de vino con refresco de cola no es vasca ni española, sino universal. La pista más antigua nos lleva al Nueva York de 1904, donde según el libro 'Coca-Cola: an illustrated history' (Pat Watters, 1978) el primer embotellador de la marca en la Gran Manzana se encontró con que sus mejores clientes eran los inmigrantes italianos, especialmente los asiduos a salones de juego. Habían descubierto que mezclando Coca-Cola con su clásico chianti podían beber durante toda la noche sin perder concentración en las cartas. La suma de alcohol y cafeína también se hizo popular en Cuba a principios del siglo XX gracias al 'Cuba libre' con ron y al 'España libre', una versión de los años 30 elaborada con Pepsi o Coca-Cola más el coñac jerezano Tres Copas de González Byass. Entre las cientos de cartas de amor que la filósofa francesa Simone de Beauvoir envió al escritor estadounidense Nelson Algren hay una simpática referencia kalimotxista: en una misiva fechada en diciembre de 1949 recordaba cómo estando juntos en Francia él siempre se empeñaba en aligerar el buen vino francés con la –para ella– odiosa Coca-Cola.
No he podido probar que el rioja libre fuera cosa de señoritos bilbaínos, pero sí que efectivamente existió y se llamó así en los 50, cuando despegó el consumo de Coca-Cola en España. El 12 de junio de 1959 el periódico leonés 'La luz de Astorga' publicó, a propósito de la reciente Revolución Cubana, un artículo acerca del cubalibre. En algunos sitios ese cóctel se había renombrado como 'Fidel Castro', pero la gracia del texto está en la mención de un nuevo competidor local que le estaba comiendo terreno: «el «Rioja libre», a base de media o una botella del refresco de Coca y un buen chorro del tinto riojano o de Rueda, que es el que más se consume por aquí [...] aunque en principio parezca una rara mezcla, el vaso de refresco de Coca y el tinto se populariza día a día con su propio nombre».
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