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La gamba roja de Garrucha, la blanca de Huelva y la quisquilla de Motril, protagonistas. J. M. García Molero

Las jornadas gastronómicas de la gamba, ocasión de lujo para disfrutar de una auténtica exquisitez

Gastrobitácora ·

Las jornadas gastronómicas de la gamba, en Alacena de las Monjas, nos permiten disfrutar de una de las exquisiteces de nuestras costas

Jesús Lens

Granada

Sábado, 22 de febrero 2020, 02:01

Hace unos meses, de viaje por Huelva y después de pasar la tarde en el Muelle de las Carabelas, María Jesús y yo nos conjuramos para dedicar la cena a los productos de la mar que son más de lamer que de masticar. Objetivo prioritario: la famosa, prestigiosa y reconocida gamba blanca de las costas onubenses.

Aun estando en barra, en plan informal, al pedir la carta y echarle una ojeada a los precios de la página dedicada al marisco, casi nos dio un pasmo. De mutuo acuerdo y sin necesidad de hablarlo, sólo con intercambiar una mirada, tuvimos claro que la gamba blanca tendría que esperar a otra ocasión para conocernos.

De ahí que hoy estemos muy contentos. Porque hoy vamos a disfrutar de las jornadas gastronómicas que Alacena de las Monjas dedica, por quinto año consecutivo, a la gamba roja de Garrucha… y a otras modalidades del delicioso crustáceo.

Entre el 20 de febrero y el 1 de marzo, los salones abovedados de uno de los restaurantes con más personalidad de Granada se van a centrar en esa gamba que se ha convertido en santo y seña del ADN gastronómico andaluz. Las jornadas comienzan con una croqueta líquida de gamba al ajillo, para abrir boca, y continúan con un langostino en tempura, uno de los platos esenciales de la gastronomía japonesa.

Entonces llegamos al tartar de quisquilla de Motril. Ya saben ustedes que soy muy quisquilloso, enamorado de uno de los productos con más sabor de las costas granadinas. En estos meses, he disfrutado de sendos tartares de quisquilla motrileña en Atelier-Casa de Comidas, como les contaba la semana pasada; y en El Conjuro de Calahonda, que ha abierto sucursal en Granada capital, por lo que los aficionados a la buena mesa estamos de enhorabuena, tal y como contamos en este mismo número de Andalucía Gourmet. Poco a poco y de forma tan casual como impremeditada, este plato se está convirtiendo en una de mis referencias.

Después llegará el momento, por fin, de mirarle de tú a tú a la gamba blanca de Huelva, caracterizada por lo estilizado de su figura, tanto en sus señoriales bigotes como en el dorsal, por donde se afila su delgado cuerpo. A destacar el sabor tan marino de su cabeza, que hay que chupar con fruición, olvidando la tontuna del cadmio. ¡Habría que ser muy bribón y durante mucho tiempo –además de tener una cuenta corriente bien saneada y mejor nutrida– para que la ingesta de cabezas de marisco eleve los niveles de cadmio a cifras mínimamente preocupantes!

La gamba blanca de Huelva, gracias su alimentación en la zona de Doñana y del Guadalquivir, es especialmente sabrosa y su sabor, muy marino, la convierte en un bocado tan exquisito… como prohibitivo. De ahí el lujazo que supone poderlas disfrutar en unas jornadas como éstas.

Para Manuel Adame, cocinero de Alacena de las Monjas, es uno de los mejores productos que se pueden consumir. La mejor calidad, directamente del mar a nuestra mesa.

Sigue otro de los momentos estelares de la velada: el encuentro con la gamba roja de Garrucha, otras de las exquisiteces que nos proporciona el litoral mediterráneo. La particularidad de esta gamba es que se captura en un caladero que, muy cerca de la costa, alcanza enormes profundidades, por lo que el crustáceo tiene una carne dura y firme, además de presentar una talla tirando a lo XXL, gracias a la frialdad de las aguas en que se cría.

Las jornadas se rematan con una caldereta de arroz con bogavante, plato marinero donde los haya, que nos sirve para ir anticipando las bondades de la primavera y el verano que nos esperan por delante.

Para Manuel Adame, esta caldereta, la clásica, que incluye calamares y otros pescados del Mediterráneo, es la quintaesencia de la cocina marenga y, promete, nos pondrá en órbita a los amantes de uno de los platos que, con más sentido, apelan las bondades del mejor producto.

Lo mismo que ocurre con el postre, una torrija de Santa Teresa que trae todo el aroma a esa Semana Santa que nos aguarda a la vuelta de la esquina. Después llegará el momento gintónic, de la mano de Roku Gin y Royal Bliss, pero esa será ya otra historia.

Enhorabuena a Alacena de las Monjas por organizar unas jornadas de dedicadas a la gamba. Es un producto tan caro como exquisito, en sus mejores versiones. Tener la oportunidad de disfrutar del menú descrito por 55 euros es un lujazo que, sin movernos del sitio, nos permitirá sentirnos como unos privilegiados sibaritas que viajan por toda Andalucía, dándole gusto al cuerpo.

Jornadas gastronómicas

Más allá de su efecto reclamo, cuando están bien planteadas, las jornadas gastronómicas son una inmejorable ocasión de probar platos y recetas diferentes a un precio muy ajustado. Los cocineros pueden comprar el mejor género al por mayor, sabiendo que lo van a agotar.

Estas jornadas dedicadas a la gamba o las centradas en la trufa de la semana pasada, en el Asador Contrapunto, nos hacen crecer gastronómicamente, permitiéndonos probar exquisiteces que se salen de lo habitual.

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