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El pescado, ya sea frito o a la plancha, y el marisco son unos de los productos más valorados en el sector de la hostelería y la restauración. Y en el barrio de la Chana hay un restaurante que acumula ya más de dos décadas sirviendo los mejores manjares del mar a los granadinos. Se trata del Mesón Restaurante Las Perlas, ubicado en la Carretera Antigua de Málaga, 65. Un negocio familiar con solo unas cinco o seis mesas que dirigen Manuel de la Torre y Cristina Ortiz.
Cada uno se ocupa de una parte del restaurante, con Manuel al frente de la sala y Cristina a los mandos de la cocina. Sin embargo, aunque cada uno de los platos que sirven a sus comensales muestran la maestría de la cocinera, lo cierto es que llego al mundo de los fogones de manera inesperada. «La cocina me apasionó de siempre, supongo que por culpa de mi madre. Aunque la realidad es que nunca me planteé dedicarme a ello de manera profesional», explica a IDEAL.
Sin embargo, cuando su marido Manuel montó el restaurante empezó, a modo de prueba, a preparar algunos aperitivos y guisos para que fueran servidos en la barra del mesón. «Fue una revolución para la barra pero sobre todo para mi. Desde aquel momento quería más y así llevo desde hace ya dos décadas». Con la ayuda de Manuel, que lleva en el sector hostelero desde hace más de 40 años, empezó a desarrollarse como cocinera, hasta el punto de convertirse en una de las mayores maestras del pescaíto frito y el marisco de la ciudad.
Más allá del virtuosismo con el que trata el producto, destaca que lo más importante tiene que ver con «el amor y la pasión» que le pone a cada una de sus elaboraciones. «Es la única base de las cosas bien hechas. No sabría dejar mi alma al mínimo cuando tengo delante lo que para mi es una creación», explica.
Además de contar con la ayuda de su marido, prácticamente todo lo que ha aprendido Cristina ha sido de forma autodidacta. Friendo, cociendo y preparando pescado y marisco una y otra vez. «La clave es conseguir el mejor producto posible y tratarlo con respeto. En cocina luego hay algo que lo tienes o no lo tienes y a mi parece que la freidora me habla, que la plancha me avisa y que la paellera me hace chup chup», comenta entre risas. Y aunque llegó al mundo de la cocina de forma inesperada, sin planearlo, asegura que a día de hoy no se imagina la vida fuera de lo que para ella es «una pasión y un disfrute diario», hasta el punto de que afirma que la cocina es su religión.
En lo relativo a sus especialidades, tiene claro que el protagonismo es para el pescado y el marisco fresco. Destaca la «pequeña fritura», sus ortiguillas, el arroz y otra de las señas de identidad de la casa, la calabaza confitada con chirlas. Aunque lo cierto es que basta con visitarles una vez para darse cuenta de que todo lo que ofrecen está a la altura de lo esperado, sin excepciones.
Tras más de dos décadas de trayectoria el matrimonio todavía continúa al pie del cañón y, al menos por el momento, no se plantean otra cosa que no sea seguir sirviendo buen pescado y marisco a los granadinos. «Doy las gracias a todos y cada uno de los comensales que ya son amigos y que me felicitan con tanto cariño y a los que les debo tanto. Me felicito por haber tomado la decisión hace 24 años de compartir con ellos la sencillez de mi cocina», reconoce Cristina.
Sobre los próximos años, la cocinera comenta que ve «un bonito y próspero futuro». Es consciente de que el sector de la hostelería está cambiando y evolucionando mucho pero reivindica que la cocina de siempre no debería perderse nunca. «La cocina de diseño tiene su aquel pero la cocina tradicional no puede ni debe perderse. Siempre estará ahí y cada día con más fuerza». De hecho, admite que le encanta disfrutar de un buen carpaccio de quisquillas, pero que un buen plato de quisquillas de Motril cocidas en su punto «también están muy buenas». Y eso es algo que nunca va a faltar en el Mesón Restaurante Las Perlas. Porque si algo tienen claro Manuel y Cristina es que lo que les ha hecho triunfar no es otra cosa que servir el mejor pescado y marisco posible y ofrecer un trato familiar a cada uno de sus clientes.
Una de las mayores especialidades de Cristina es la fritura de pescado, hasta el punto de que asegura que ofrece unas de las mejores ortiguillas que se pueden comer en España. «Siempre diré lo mismo: el secreto es que no hay secreto», explica a IDEAL la cocinera. Todo parte de «conseguir el mejor producto» y «mimarlo con respecto». Y a partir de ahí basta con freírlo en un buen aceite de oliva y ponerle «cariño a raudales» porque «ese es el único secreto de las cosas bien hechas».
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