Destinos con sabor

Marca España, ¿dónde?

PABLO AMATE

Viernes, 30 de septiembre 2022, 00:39

Miré a mi alrededor y todo era basura. Comida basura prefabricada en cualquier lugar del mundo, con los aditivos idóneos para crear adición en nuestro organismo. Estaba en playa del Carmen, Lanzarote. Todo eran franquicias de hamburguesas y esas patatas artificiales, con el resto de ... complementos que ofertan. La otra opción era esas falsas pizzerias que trabajan con productos ultracongelados, donde se confía que no se haya roto en ningún momento la «cadena de frío».

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Otear el condumio veraniego

Mi editorial inglesa me pidió este verano que me diera un garbeo por las costas y lugares turísticos estivales tópicos de España. El motivo era hacer un estudio de lo que comían en esos lugares llenos de «guiris» y nacionales. Con la pereza que me da viajar en el «ferragosto» español. La narración previa que inicia este articulo me aconteció en mi querido Lanzarote. Donde hace años estuve yendo y viniendo pues impartía un curso para aprender a mejorar el cultivo de la vid y elaboración de sus vinos. Y otro estaba especializado en hacer quesos. Aquel Lanzarote que conocí, dado que muchas tardes las tenia libres, ya no se parecía al que visite para el informe»basura».

Por las Islas Canarias

Tras visitar Tenerife y su apasionante territorio, solo en el interior de la isla, había cocina autóctona canaria. En sus costas , la mayoría de locales se dedicaban a vender «prefabricados». Esos alimentos ya guisados que llaman, pienso que para disimular: «quinta gama». Conseguir tomar unas lapas con su aderezo de ajo perejil, unas papas canarias, pequeñas y parientes de las primeras que llegaron de Sudamérica al viejo mundo era imposible. Solo me consoló un «guachinche» que me enseñaros hace muchos años unos amigos tinerfeños, con el mojo picón, las papas y una botella de vino, variedad Malvasía de bodegas El Grifo. Disculpen pero el nombre del local, al filo del Atlántico, solo se los dejo en el testamento a mis nietos.

Baleares, sitio de moda

Sigo las pautas de mi editorial británica. Voy al «reino unido de los guris» ingleses. Gente había para dar y regalar. Este verano los hosteleros se han puesto las botas. Vendieron muchos más que cualquier otro verano. El personal quería, necesitaba libertad sin ira ni mascarillas. No perdí el tiempo en pasar por Magaluf. No me apetecía que ningún «colocao» me cayera encima desde un balcón. Opte por recalar en territorios de la comarca de Pollensa y el mítico Formentor, con sus calas de bastantes kilómetros. Algunas playas, colmadas de rocas y difícil acceso. Solo en unas pocas de esas recónditas ensenadas encontré la «cuina mallorquina». Las demás, ya saben comida prefabricada. ¿Donde esta esa «marca España» que nos hace «very diferent». Cuídense.

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