Marca España por el mundo

Escándalos graves

Ahora, casi a diario, saltan en los informativos casos de manipulación de alimentos en mal estado de salubridad y sobre todo, conservación. No por accidente casual. Más bien por precariedad y presuntas falsificaciones desde la propia España. A la que ayuda la precariedad y altos precios de los insumos, fomentan graves trampas y triquiñuelas. La más usual, en invierno, es apagar la electricidad de las cámaras de congelación y frigoríficas. Que aún sin abrirse en toda la noche, van perdiendo nivel de frío, dando lugar, al volver a arrancar esas cámaras congeladoras, a romper la cadena de frío, deteriorando los productos. Y lo que es más grave: crean focos de bacterias insalubres y muy peligrosas para el ser humano.

Acicates y tentaciones

La Navidad tiene un símbolo 'salao', que no rechina con los mantecados, polvorones, turrones y demás gollerías. España tiene el gran símbolo propio: un jamón curado. A veces con chorreras. Las vísperas de Nochebuena era habitual ver al atardecer, regresar a su hogar con una pata de jamón. Y si la cosa no da para más, una sabrosa paleta cumple el trámite de llevar alegría a los hogares. Porque el jamón o el sonido al abrir una botella de champagne o cava son distintivos festivos. Llevan alegría en su parafernalia. Ahora pueden llevar cualquier cosa al hombro, pues el etiquetado se manipula para engañar en sus diferentes calidades. Y las Denominaciones de Origen también se manipulan en etiqueta, cobrando lo mismo por un cerdo enchiquerado toda su vida, frente al que vive libre por la montanera.

Ojo con las falsificaciones

Un gran anuncio a media página, publicado por el Ministerio de Agricultura, lo avisaba hace poco. Y las empresas serias del mundo del olivar están muy preocupadas por la escasez de aceite de oliva virgen, su alto precio y que se repiten casos con el aún candente de mezclar aceite de colza con otras grasas vegetales y minerales. El consumidor solo se fija en la bonita botella, buen pernil y en su precio. Y solo al comerlo aprecia con pavor que le han vuelto a engañar con los alimentos. Y ya saben: con la comida no se juega. Cuídense.