Los mejores propósitos nutricionales para el 2020

El secreto para lograr un cambio de hábitos, el que sea, pasa por ponerse metas reales, objetivos que sean verdaderamente alcanzables. Lo explica bien la endocrinóloga y nutricionista de IMQ Nerea Gil. «A todo el mundo no le gusta el gimnasio, pero nos empeñamos en apuntarnos creyendo que así nos obligaremos a ir», razona la especialista, que propone algo mucho más fácil de llevar a cabo y, a la larga, también más eficaz. Hay que cambiar de hábitos no de la noche a la mañana, sino paulatinamente, para ir adaptándose a ellos poco a poco y generarse así un nuevo estilo de vida.

Sin prisas ni agobios

En nutrición, como en todo, cuentan los hábitos mantenidos en el tiempo, no las carreras de última hora. No valen los regímenes de un mes, sino una dieta personal entendida como otra forma de vivir, a la que no hace falta llegar de Nochevieja para Año Nuevo. Lo que se gana fácil, se pierde del mismo modo. «Un plan alimentario de cuatro semanas o dos meses se puede cumplir, aunque sea una tortura, pero a la larga no vale. Lo importante es reconocer qué se hace mal y corregirlo poco a poco», aconseja la especialista. «¿Tiene mucho desorden en las comidas? Vamos a organizarlas. ¿No consigue bajar todo lo que quería? No pasa nada, este mes un poco y el siguiente un poco más».

Nerea Gil resume en diez pasos la fórmula para, esta vez sí, cambiar de hábitos a partir del 1 de enero y conseguir resultados que satisfagan a uno mismo. Con metas, pero sin prisas ni agobios.

1. Plantéese un cambio de hábitos. Sea consciente de la vida que lleva. Si para lograrlo reduce a cero su vida social, es muy probable que se aburra antes de lo que imagina. Cuídese de lunes a viernes y el fin de semana permítase un respiro. Una vida monacal no ayuda.

2. Haga ejercicio físico de forma habitual. Para comenzar basta con andar media hora, que puede quitarla, por ejemplo, del sofá. Si no le gusta, piense en algo que le atraiga más.

3. Aumente la ingesta de agua. Cuando tenemos sed es porque ya estamos deshidratados. Tenga siempre una botellita en su mesa de trabajo y acostúmbrese a beber de ella.

4. Limite el consumo de alcohol. Son solo un montón de calorías vacías. No aportan nada bueno. Resérvelo para su vida social, pero ojo, con moderación.

5. Menos sal y azúcares. Abusamos de ambos condimentos. Utilice más especias para realzar el sabor de los platos.

6. Reparta bien las comidas a lo largo del día. La prisa y el trabajo nos lleva a comer poco a mediodía y pegarnos un atracón al llegar a casa a cenar. Un desastre, porque luego nos vamos a la cama. Evite el picoteo.

7. Limite el consumo de grasas, sobre todo las saturadas. Cada vez se come menos grasa, pero un error muy común es salvar la cena con un poco de chorizo o queso con pan. Un día va bien; como costumbre es un horror.

8. Haga un buen aporte y reparto de proteínas de alto valor biológico. El cuerpo necesita grasas animales, de carne, pescado y huevo. Si es usted vegano, consulte al especialista. Las cosas hay que hacerlas bien.

9. Consuma alimentos frescos y de temporada. Comer sano no es más caro. El producto fresco, de temporada y cercano es más barato y contiene muchísimos más nutrientes.

10. Evite las comidas ultraprocesadas. Los aditivos permiten que se conserven mejor. Pero nada más. Su cuerpo se lo agradecerá.

Recuerde: inténtelo poco a poco, porque de lo contrario, no lo conseguirá. Es cuestión de probar. ¡Ánimo y feliz vida nueva!