Botellas reetiquetadas del cognac de Emperador Napoleón.
Destinos con sabor

Montecarlo, mucho más que carreras de coches, casinos, yates y lujo

Pablo Amate

Viernes, 6 de junio 2025, 00:30

La foto que encabeza mi artículo, pocas personas la han visto. Su nombre de 'Fine Champagne' puede conducir a error. Les contaré algunos secretos de este país de ensueño, al que las guerras respetaron por intereses varios. Son muchos los años que llevo yendo a Mónaco, siempre por trabajo periodístico en torno a los que no ven y dicen haber estado. Siempre de paso, con un bocadillo en la bolsa y durmiendo en pueblos lejanos al Principado. Los hoteles en Montecarlo son caros o muy carísimos. Si puede, una vez en la vida alójese en el Hotel de París, junto al mítico Casino. O en el mágico hotel Hermitage, con vistas directas al exuberante puerto de Hércules, balneario con amplísimas cristaleras y muebles auténticos de época.

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Fórmula 1 y Chanel 10

No me suelo perder el Gran Premio de coches. Alguna vez fui también corresponsal para todos los periódicos de Vocento (ver hemeroteca). Si bien voy enviado por una revista de lujo de Singapur desde hace años. Yo no escribo de la carrera. Solo cuento el ambiente que acontece en los apartamentos alquilados y yates atracados. Lo más exquisito son los jardines privados con su exclusiva terraza donde se ve desde Santa Devota a la curva del Casino. La copa 'flauta' de champán vale 50 € cada una, o mucho más. Y de comer ni hablamos. Todos los restaurantes tienen desde hace meses todo reservado por las marcas de super lujo.

Bodega secreta y nazis

Bajo los jardines del hotel de París existe una bodega de vinos, licores, eau de vin y coñac de tiempos de Napoleón. Está valorada en unos 350 millones de euros. No se puede visitar, salvo que tenga un contacto muy especial y reconocida profesionalidad. Tiene un kilómetro y medio de estanterías donde reposan algunos de los vinos más importantes del mundo. Santo y seña del Principado de Mónaco, un laberinto que aloja más de 390.000 botellas y supone el corazón del Café Hotel de París. «Hay algunos vinos que no se venden. Son nuestro tesoro. Incluso hay cognacs que pertenecieron a Napoleón Bonaparte, además de etiquetas como Château Margaux 1929, Château d'Yquem 1890 o Petrus 1945. Botellas cubiertas de polvo e historia que a punto estuvieron de perderse con la invasión nazi: cuando entran en Mónaco, saben que la bodega existe y buscan sus mejores botellas. Para evitarlo, el chef caviste puso las mejores botellas al fondo, tapadas por varias hileras de botellas vacías, para hacer desistir a los alemanes en la búsqueda». Tapiando una zona tuvo éxito y ahí están. Disfruten.

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