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Juguemos con el lenguaje. En este fin de semana de tantísima tensión electoral conviene comer fresas a mansalva, que hablamos de una fruta de temporada ... que ayuda a luchar contra la hipertensión gracias al potasio que aportan. A la provocada por la presión excesiva de la sangre en los vasos sanguíneos, nos referimos. Para la otra, mejor una tila.
La fresa es una de las frutas de primavera por antonomasia y ahora se puede consumir la cultivada al aire libre, y no solo la de invernadero. Entre sus propiedades destaca el enorme aporte de vitamina C. En proporción, más que las naranjas. De hecho, un bol de fresas suma toda la vitamina C que necesitamos en un día: 100 gramos de fresa aportan los 60 mg aconsejados por médicos y nutricionistas.
También tiene mucha agua, hasta un 90% de su peso, por lo que resultan diuréticas y apenas suman calorías ni hidratos de carbono. Resultan frescas e hidratantes y se convierten en aliadas de los regímenes de adelgazamiento, perfectas para la Operación Bermudas. Y Bikini. Sobre todo porque también tienen efectos laxantes gracias a su aporte de fibra.
Como buena fruta roja, aporta otros minerales además del potasio: fósforo, magnesio y calcio. Y, por supuesto, sus efectos antioxidantes. El color rojo bermellón de la fresa ya nos indica que es rica en los flavonoides que combaten el colesterol, las células tumorales y el envejecimiento. Por si fuera poco, tiene efectos antiinflamatorios y microdosis de ácido acetil salicílico. Así, ante dolores de cabeza leves, sustituye perfectamente a las medicinas habituales.
Comprarlas para gastar
Las fresas son altamente perecederas, por lo que conviene ser cuidadosos a la hora de comprarlas y comprobar que están enteras, sin golpes ni magulladuras que dejan reblandecidas las partes baqueteadas de la fruta. Si tienen sus hojitas verdes, mejor. En casa se pueden lavar para dejarlas preparadas, pero hay que escurrirlas bien: si se quedan con agua pierden buena parte de sus nutrientes. En el frigorífico aguantan cerca de la semana, pero cuanto más espacio haya entre ellas, mejor. ¡Que corra el aire! Si se congelan, perderán el agua y se usan en compotas.
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