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Es una de las frutas de la primavera, pero tiende a pasar más inadvertida que otras mucho más habituales en nuestra cesta de la compra. Hablamos del níspero, una delicatessen que, en su punto exacto de maduración, es exquisita, fácil de comer y atesoradora de muchas y buenas propiedades que la hacen buena aliada de cualquier Operación Bermuda & Bikini que se precie.
Para empezar, el 85% del níspero es agua, por lo que ya podemos deducir que no engorda… a pesar del dulzor de su carne, que apenas aporta un 0,2% de grasas cada 100 gramos y prácticamente ninguna proteína. Además, es muy rico en fibra, por lo que es digestivo y depurativo: su buen número de pectinas y ácidos orgánicos favorecen tanto la digestión como el tránsito intestinal. Sin olvidar que la fibra hace que tenga efectos saciantes. Pero es que, además, esta pequeñ-gran fruta tiene efectos diuréticos, lo que contribuye a eliminar toxinas e impurezas, incluida esa 'arenilla' tan dolorosa. ¡Una bendición para el cuerpo!
Como buena fruta de color naranja, el níspero tiene los betacarotenos que atesoran propiedades antioxidantes y fortalecedoras del sistema inmune, además de contribuir a la salud ocular. Entre las vitaminas, la B está muy presente y gracias a los flavonoides, el hígado se ve fortalecido, por lo que se usa en tratamientos de determinadas patologías hepáticas como la cirrosis o las hepatitis.
Por cierto que la Real Academia de la Lengua acepta la palabra 'níspola' como vulgarismo de una fruta a la que también podemos llamar por su femenino: níspera.
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