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Noches tórridas en la mesa

Dimes y diretes de los sabores ·

El verano es, o era, propicio a los escarceos y esas cosas concordadas por los calentamientos globales y más cosas. La cocina erótica existe

pablo amate

Viernes, 7 de agosto 2020, 00:54

Noches de bohemia y... creo que la letra sigue con: de calor. Imagino que un amor de verano o un mero ligue entre jóvenes sensatos tiene que ser complejo en estos tiempos de distancia y mascarilla. Casi imposible. Los imbéciles que tiran –chicos y chicas– a todo lo que se mueve, seguirán infectando a su entorno, incluidos ellos mismos. ¿Cómo haremos para pasear por el campo, junto al río o en el bosque? ¿Qué será de esas noches al filo del mar, cuando alguien propone un chapuzón con solo el bañador de la luna sobre la piel? Si no lo hizo, no se lo pierda. Cualquier edad es buena, si le apetece.

La ponencia

Cada año impartía una en un prestigioso congreso médico. Mi aportación, como titulado en Nutrición por dos universidades, consistía en contribuir con una serie de datos y análisis de alimentos que podían, o no, influir en diferentes patologías. Y un año se me pidió que hiciera un estudio sobre el sildenafilo, popularmente llamado Viagra, al ser éste el primer fármaco que espabilaba libidos despistadas o mustias. Hice un meticuloso estudio, como correspondía cada año al nivel de los doctores asistentes y al reto de aportar investigaciones coherentes y comprobadas.

Disertación donosa

No solo es por mi forma de ser y educación. Había que evitar el mal gusto y aportar parámetros científicos que, en la balanza de Hipócrates, decidiera qué parte de razón tenía la farmacopea versus cibaria voluptuosa. Comencé apoyado por obras de arte de la escuela flamenca. Hacía un mes que había visitado varios museos de Ámsterdam, Utrecht, Leiden, Amberes, etc. Estas pinturas omiten las normativas de la religión católica, siendo de exuberantes banquetes y bodegones de manjares. Todo lúdico.

El aspecto influye

Imagine cómo se comen los bivalvos, ostras incluidas. Los espárragos gordos o medianos (también tienen derecho), los pepinos, zanahorias, etc. Sobre todo, si tiene compañía idónea. La imaginación y el cerebro (factoría real del sexo) inducen a risas, gestos e insinuaciones elegantes, sensuales y amatorias. El sildenafilo, vendido bajo la marca Viagra es un fármaco utilizado para tratar la disfunción eréctil y era el producto estrella del momento. Desde el atril, pasando diapositivas –qué antigüedad– llegué a la parte donde a ciertas hierbas salvajes o cultivadas, la cultura popular les atribuía efectos afrodisíacos, espabiladeras de libidos flácidas y/o despistadas.

Imaginación y líbido

En un momento aparece en la gran pantalla una foto de la Damiana, Turnera diffusa, planta herbácea reconocida por su eficacia. Ayuda a controlar el peso y reduce el apetito. La Damiana también ha sido utilizada por los mayas como un estimulante sexual. Un jolgorio y algunas carcajadas surgieron del docto público asistente. Aquello me descolocó. No sabía que había dicho una gracieta jocosa. Miré al doctor director del Congreso, que con una amplia sonrisa m indicó con un gesto que continuara. Así lo hice. Al termino de mi exposición, recibí una atronadora salva de aplausos, viniendo hacia mí muchos de los médicos asistentes con amplia sonrisas. El facultativo director me dijo: «Pablo Amate, te presento a la doctora responsable del laboratorio que produce la Viagra». Con gran expectación de todos hizo paso una señorita, guapa, alta como una modelo; divina. «¡Se llama Damiana!» Ella aguantaba la carcajada, pero al estrechar mi mano con fuerza, no pudo aguantar la risa y me dio un fraternal abrazo. Al fin comprendí la guasa causada.

Dos cosas sin instinto

El ser humano es el único animal que come sin necesidad primaria y practica sexo sin estar en celo. Lo que nos confiere esa singularidad diferenciadora y creativa. De ahí que siempre se ha pensado en algún aditamento externo, tirando a mágico, que anime los cuerpos, espolee la lujuria venal y estimule el seso de arriba y el sexo de abajo. Visto lo visto, sin lugar a dudas, el asunto precisa de la compañía idónea, predisposición de los usuarios. Comer en su justa medida. Y las bebidas alcohólicas pocas, antes y durante. Al terminar la coyunda, si no está previsto reiterar la cópula y si su salud lo permite, ya puede brindar cuento quiera, dado que ya se han tirado los cohetes previstos. ¿O no?

¡Mujeres y champán! Me contaba un labrador riojano heterosexual, mientras bebía tinto con gaseosa, hojeando una revista de muchachas casquivanas, tirado a la sombra de un roble. El que no se consuela es que no quiere.

Puerto de Indias

El río Guadalquivir, por los siglos XVI y XVII, acogía un gran número de embarcaciones venidas de América o que partían hacia las Indias. Historias y leyendas que ahora dan bucólica actualidad a una antigua destilería de Carmona (Sevilla), que destila una ginebra muy especial con recuerdos a sabores sensuales como las tentadoras fresas y fresones. Así se explica: «la fresa silvestre procede de los Alpes y es conocida desde tiempos prehistóricos. El fresón es una variedad de fresa que proviene de dos especies americanas que se mezclaron a su llegada a Europa». En esta última frase hay un nexo entre la actual ginebra y los siglos pasados. Siendo el actual color de esa ginebra idóneo para momentos iniciales a las flechas de Cupido o lo que encarte.

Fin de goce

Empecé escribiendo que la alimentación amatoria existe. Siempre sin crear una obsesión con el sexo. En los hombres, el trastorno era llamado satiriasis y a quien la padecía se le denominaba sátiro o satiriaco (no confundir con satírico). Todo esto sin llegar a un concepto sicalíptico, que a otros muchos gusta, nunca olvide que le sexo empieza en el seso o sesera. ¡Ah; y con alguien de mucha confianza! Lo otro es autosatisfacción, y suena a egocéntrico, ¿verdad? Les deseo todos los placeres terrenales alcanzables a sus deseos, recordando una frase de Aristóteles: «Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido».

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