La nueva Altamura o cuando esta noche toca pasta
Una cena. Un italiano. La nueva Altamura de Ganivet mantiene la esencia culinaria de su hermana mayor en un ambiente más desenfadado y tiene sus platos icónicos
Qué importante es, muchas veces, no complicarse la vida. Y no lo digo por pereza, cansancio o aburrimiento, ni mucho menos. Muy al contrario, es ... una reivindicación de los placeres sencillos de la vida. Lo del primera trago de cerveza, el pan recién horneado o el aroma del café a primera hora de la mañana; ya saben.
Y es que, muchas veces, lo que nos apetece es cenar pasta. Y punto. ¡Y que arda Troya! O Roma… De ahí el éxito de las pizzas a domicilio de toda la vida, pioneras y antecesoras del ahora tan traído y llevado Delivery.
Granada siempre ha tenido una gran tradición en buenas pizzerías. Históricamente las ha habido de todo tipo, desde las 'mata hambre' y empapuzadoras a altas horas de la madrugada hasta las más selectas y refinadas. En esa auténtica Liga de Campeonas, Altamura siempre estuvo en el top.
Hace un par de años visitamos el local original, el de Avenida de Andaluces, en plena entrega de testigo. Así lo escribíamos entonces. «Adriano Forghieri, a sus 75 años de edad, tiene ganas de disfrutar de la vida con más calma y tranquilidad, pero sin marcharse de Altamura. Al menos, no del todo. Da un paso a un lado para que sea la nueva generación la que siga tirando del carro. Cogen su relevo Mar García González, la sobrina de Adriano, por lo que todo queda en casa; y Bubi Morenodávila, conocido empresario del sector de la hostelería, con experiencia acreditada en la gestión de otros restaurantes como el Asador Curro de Carretera de la Sierra».
La intención era Adriano acompañara a Mar García para que la transición fuera tranquila y pausada. «Nuestra intención es que Altamura siga siendo Altamura, que los clientes de toda la vida encuentren el restaurante igual. Sigue el mismo equipo tanto en cocina como en sala, vamos a mantener la carta con sus pizzas y pastas artesanales y, por supuesto, platos icónicos como el steak tartar o el solomillo Voronoff, santo y seña de la casa», nos contaba una abogada que dejaba una exitosa carrera en los tribunales para ponerse al frente de uno de los restaurantes con más historia, solera y tradición de Granada.
Salto en el tiempo. Cuando un pufo innoble condujo al involuntario cierre de La Castellana, garito clásico de Ganivet donde los hubiera, rápidamente surgió el runrún: ¿quién se quedará con ese codiciado local? La sorpresa, y la alegría a la vez, fue saber que Mar y Bubi abrirían una sucursal de Altamura, más céntrica y bien situada.
El pasado viernes fuimos, por fin, a estrenarla. Me gustó su propuesta de mesas altas y mesas bajas y de espacios diferenciados. Optamos por las banquetas, más informales y que favorecen la comunicación y las risas. Me encantó, para empezar, que hubiera quintos de la Especial de Cervezas Alhambra. Se lo he dicho otras veces. El quinto es mi medida favorita, ideal para evitar que se caliente el último sorbo de la cerveza.
Para compartir nos animamos con unas almejas muy especiales: a la tarantina. Y para describirlas, le paso la palabra a mi añorado compañero gourmet, Sergio González Hueso, cuyo Refectorio aún nos hace salivar y suspirar con melancolía. «Son la definición de las novelas para Delibes: un hombre, un territorio y una pasión. Son las manos del chef, los sabores del Mediterráneo y el amor por Italia. Las almejas se abren empapadas en una salsaza de tomates maduros, vino, ajo y cayena. Por encima, perejil fresco y, en el plato, rebanadas de pan tostado. Es esa fiesta que no queremos que acabe, un fino festival lleno de reminiscencias». ¡Amén!
Los agnolotti de espárragos me parecieron una genialidad y su color verde me dejó el cuerpo templado para la cita del sábado al amanecer con la foto olivarera de Spencer Tunick para Cervezas Alhambra precisamente. Y un par de pizzas para compartir. La Margarita, la mejor muestra de que menos es más o de la sencillez elevada a los altares del buen gusto; y la pizza de la casa, la Altamura, con su sabor a mar, que la anchoa siempre es un gustazo. Me encantó reencontrarme con Altamura en esta versión más céntrica y desenfadada. Que tiene otros espacios más 'serios', también. Pero que para una de esas noches en que el cuerpo pide pasta es ideal.
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