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Para entrar a La Brujidera, la popular y mítica Casa de los Vinos situada al pie del Realejo, hay que encogerse. La puerta es chica ... y uno se agacha, también, en señal de respeto: al otro lado se abre uno de los templos enológicos de Granada.
El runrún estaba en la calle: «Juan Carlos se jubila». El runrún y un cierto temor, la verdad sea dicha. «¿Qué pasará cuándo él no esté?», se preguntaban vecinos del barrio y la clientela más fiel de un establecimiento que abrió sus puertas allá por 1982 y que derrocha historia, calidez y personalidad por los cuatro costados.
Pues lo que ha pasado, feliz y afortunadamente, es que Luis Alberto Montes y David Gómez han entrado en escena y se han quedado con La Brujidera, igual que en su día hicieron con otro establecimiento mítico de Granada, Casa Enrique. Ellos son 'Los Luises', referencia en Granada por su sapiencia en materia vitivinícola, su excelencia culinaria y su amor por el arte, la historia, el cuidado y el detalle.
Visitamos La Brujidera entre semana, a mediodía, y nos encontramos a Juan Carlos Herrera y Luis Alberto Montes detrás de la barra, mano a mano. «Lleva unas tres semanas de becario», dice entre risas el maestro Juan Carlos, señalando a Luis, el aplicado alumno. Están protagonizando una transición tan pausada como didáctica e ilustrada: el veterano fundador de la Casa de los Vinos no sólo les está descubriendo a sus nuevos dueños los secretos del establecimiento, sino que les va presentando a la clientela habitual para que se hagan con ella. La clave es que todo el mundo se siga sintiendo como en casa. En La Casa de los Vinos de toda la vida.
La pregunta es obligada: ¿piensan hacer cambios? La respuesta, cierto es, ya me la sé: «¡Ninguno!». Es una exclamación, toda una declaración de principios. La misma que David y Luis me dieron cuando estuvimos en Casa Enrique. «¿Para qué vamos a cambiar nada? Son establecimientos cargados de historia y cada rincón te cuenta cosas», dice con emoción Luis Alberto. «La gente viene a sitios como La Brujidera o Casa Enrique buscando la identidad del lugar, su historia y su personalidad. Tontos seríamos si no lo respetáramos, si no lo aprovecháramos».
Juan Carlos asiente con convencimiento. Sabe que nadie mejor que Luis Alberto y David para preservar su legado. Porque hablamos de un establecimiento con más de cuarenta años de historia y un enorme caudal de recuerdos atesorados y expuestos en las paredes. ¡Toda una vida!
«No me voy a llevar nada. No tendría sentido», explica el ya antiguo dueño del local. «Ni los grabados, las fotografías o los carteles que decoran las paredes. Son historia de La Brujidera y su sitio es éste», dice con rotunda seguridad. «Si los echo de menos, ya vendré a tomarme un vino» concluye antes de reír abiertamente y con generosidad.
Lo dijimos en su momento, al hablar de la transición de Casa Enrique: David Gómez y Luis Alberto Montes, nuestros particulares Gatopardos, están haciendo gala de un encomiable lampedusismo enológico y gastronómico: cambiarlo todo para que todo siga igual. Afortunadamente.
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