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Jesús Lens
Granada
Lunes, 13 de abril 2020, 14:06
Advertencia previa: vamos a hablar de una película, 'El hoyo', estrenada en Netflix al comienzo de la cuarentena y que nos habla de personajes encerrados en un espacio opresivo. No es apta, por tanto, para quienes ya estén hasta el colodrillo del confinamiento.
Básicamente diremos que 'El hoyo' habla de un experimento sociológico con la comida como detonante: un grupo de personas están enclaustradas en un túnel vertical por el que desciende una plataforma con un banquete imperial, renovado cada día. Se trata de un banquete digno de cualquier restaurante con estrella Michelin. A través de la pantalla se muestra antes nuestros ojos como un lujurioso, exquisito y pantagruélico festín.
La plataforma se detiene en cada planta apenas un par de minutos. En ese lapso, los presos, dos por cada planta, pueden comer todo lo que quieran. Eso sí: cuanto más coman los de arriba, menos les queda a los presos en las plantas inferiores.
No les voy a contar nada más sobre el argumento de 'El hoyo'. La película es dura, que conste, pero muy interesante, planteando varias cuestiones sobre la condición humana que harán reflexionar, indignarse e incluso asquear a los espectadores.
En un momento dado, el protagonista de la película decide enviar un mensaje a quienes están al mando del experimento, mandándoles de vuelta un plato inmaculado y sin tocar de entre los muchos que componen el exquisito banquete diario sobre el que se arrojan los confinados.
El plato elegido es una panacota. '¡La panacota es el mensaje!', gritan los personajes a voz en grito, defendiéndola con uñas y dientes del acoso de los presos más voraces, hambrientos y desesperados.
Vale. Nos queda claro. Pero, ¿por qué la panacota? ¿Qué tiene la panacota para que el protagonista de la película la convierta en mensaje? ¿Por qué no los caracoles, la carne de caza o el vino más exquisito?
La característica esencial del popular postre italiano es que se elabora con ingredientes sencillos y asequibles que todos tenemos en casa o podemos comprar en cualquier supermercado: leche, azúcar, la propia crema de la leche o la nata. Un postre de sabor complejo y delicado creado a partir de los ingredientes más básicos. No necesita ningún componente caro, elitista o exclusivo. Para su elaboración tampoco es necesario ningún tipo de robot de cocina o de exigente técnica culinaria alguna.
De esa manera, los creadores de 'El hoyo' parecen decirnos, de forma metafórica, que para hacer el bien, para ser virtuosos, no hace falta estar hechos de ninguna pasta especial. Que es simple y natural. Que todos podemos conseguirlo si nos lo proponemos.
Como tantas veces en la historia del cine, la gastronomía se convierte en metáfora y sirve a los guionistas y directores para mostrar las interioridades del alma de los protagonistas a través de la comida.
Así las cosas, una vez vista 'El hoyo', ya nunca volveremos a mirar a la panacota con los mismos ojos. Recuerden: ¡la panacota es el mensaje! Además, está buenísima.
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