
El pastor de abejas de Granada que hace miel de alta montaña
Con nombre propio | Mario Fernández ·
Aunque es abogado dedica su vida a cuidar millones de insectos cada año para conseguir una miel que sea 100% de la AlpujarraSecciones
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Con nombre propio | Mario Fernández ·
Aunque es abogado dedica su vida a cuidar millones de insectos cada año para conseguir una miel que sea 100% de la Alpujarraalberto flores
Viernes, 26 de marzo 2021, 00:45
Visitar la Alpujarra y hablar de gastronomía hace que a la mayoría nos venga a la cabeza el jamón de Trevélez o elaboraciones tan típicas como el plato alpujarreño. Sin embargo, prácticamente nadie pensaría en miel, un producto que, además de delicioso y con múltiples beneficios para la salud, también se produce en este lugar de la provincia. Miel de alta montaña que tiene origen en los barrancos de Poqueira y La Taha y que, al igual que el jamón de Trevélez, es 100% de la Alpujarra. «La apicultura es como la ganadería, podría decirse que lo que hago es cultivar abejas», cuenta Mario Fernández, un abogado madrileño que lleva 11 años afincado en Bubión y que desde hace cinco se dedica a producir una de las mieles más especiales que existen. La relación de Mario, que desde hace un mes es Presidente de la Asociación Española de Apicultores, con la Alpujarra se podría definir como un flechazo. No tuvo nada que ver con la miel, eso llegaría más tarde. Fue a ver a un primo suyo que estaba de vacaciones allí y desde entonces quedó enamorado y decidió mudarse. Abogado de profesión, sabía que las oportunidades para él serían mayores en una gran ciudad. Pero el vínculo que le unía a la Alpujarra ya era demasiado fuerte como para dejarla. «Siempre me ha tirado el monte y decidí que quería dedicarme a la vida rural. Mi hija había nacido aquí y no quería irme así que busqué una oportunidad para vivir del campo». Y esa oportunidad le llevó a un mundo desconocido para él: las abejas.
Comenzó a estudiar y prepararse aunque reconoce que todo comenzó de verdad cuando se encontró frente a su primera colmena: «a partir de ahí todo cambia porque es el insecto el que me manda y todo varía en función del clima. Yo me dedico a ir detrás de la abeja, intentando que sobreviva». Algo que le requiere de una formación continua en botánica, química o biología, entre muchas otras ramas. «Hay quienes piensan que únicamente nos dedicamos a ir a la colmena y recoger la miel pero es mucho más», cuenta Mario, que se ocupa cada año de unas 350 colmenas, lo que supone una gestión anual de varios millones de abejas. «Realmente nos dedicamos a cultivar abejas y el premio son los maravillosos productos que obtenemos de ellas».
Pese a tener que estar al cuidado de un número tan elevado de insectos, Mario trabaja solo y produce sus propios productos a través de Colmena Verde, su empresa. Se dedica principalmente a la miel, que es su producto estrella, aunque también investiga sobre el veneno y los propóleos, que pueden funcionar como medicamento. Y también quiere empezar a producir jalea real, un producto que no suele hacerse en España. «Lo que hago podría definirse como apicultura de alta montaña. No muevo los colmenares, cosa que si hacen otros apicultores, así que tengo que ocuparme de los cambios de estación y muchos otros aspectos», asegura el apicultor, que a lo largo del año alimenta con pienso a las abejas cuando lo necesitan y vigila los periodos en los que hibernan para que no sufran por el frío de la Alpujarra. «Voy al ritmo de la montaña».
Todo ese mimo que ofrece a sus abejas le permite producir una miel alpujarreña de verdad, un producto local que resulta diferente al resto y exquisito. «Son productos que vienen de una reserva para la biosfera y la botánica, cuentan con un carácter especial y único». La miel del paisaje, como a él le gusta definir, porque realmente eso es lo que se degusta al probarla, la flora de la Alpujarra. Un producto gourmet que le hace llevarse unas cuantas picaduras cada semana. «Es cuestión de número, son muchas más», cuenta entre risas.
Como Presidente de la Asociación Española de Apicultores, Mario puede mezclar sus dos pasiones: las abejas y el Derecho. «Intento que nuestro sector avance, que los consumidores puedan encontrar un producto de calidad y hacer llegar lo que hacemos a más personas», porque considera que los insectos son la llave para mantener los ecosistemas. «La apicultura es una gran opción de futuro y puede servir para generar una sociedad mejor para todos».
Mario trabaja «al ritmo de la montaña» para conseguir una miel local con verdadero carácter y acento alpujarreño. Un producto que es único en el mundo y que le obliga a estar siempre al cuidado de sus abejas sin importar que haga sol, llueva o nieve. Todo ello bajo el sello de Colmena Verde, una empresa en la que él es el único empleado.
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