San pedro frito, de restaurante Verdejo

Entonces Jesús le dijo a su discípulo Pedro: «Ve al mar, echa el anzuelo y toma el primer pez que salga. Cuando le abras la boca hallarás una moneda». Y así fue cómo, resumiendo mucho, ambos pagaron el impuesto del templo en Cafarnaum. No estaba allí, pero se dice que el pescado era plano, óseo y tenía una gran aleta dorsal. El Evangelio de San Mateo no aclara qué pasó con él, solo que cuando el apóstol lo agarró le dejó marcado en cada costado dos manchas negras. Desde entonces al Zeus Faber se le llama pez de San Pedro, pero ahora, en nuestros días, el que te quita la moneda es él, más si te lo cruzas junto al mar en la terraza de un restaurante.

En Salobreña no deben saber que este pescado ayudó al mismísimo Jesucristo, porque allí lo cocinan sin piedad aprovechando el excepcional sabor de su carne. En el restaurante Verdejo lo hacen a la Vizcaína, un guiso para mojar pan, pero siempre está la opción de comerlo frito y con las manos, limpiando bien los huesos. Que el bicho era rico, no me quedó tan claro, que estaba rico, meridiano.

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