El público de Madrid Fusión se quedó muy sorprendido al probar el intenso sabor del ajoblanco de chirimoya que prepararon Albert Iniesta y Rubén Antequera, de los restaurantes Casa Concha y Pura Vida de La Herradura.
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Cremoso, suave, dulce y acompañado por la fastuosa quisquilla de Motril, ese ajoblanco es una exquisitez, aderezado por algas deshidratadas que le aportan todo el sabor del mar. Un plato que se hace con su yuzu y su toque de leche de tigre, al estilo de los ceviches peruanos y su toque thai. Lima, naranja, limón y poco de aceite para emulsionar.
Un platazo 100% de la Costa Tropical que se maridó con un vino igualmente costero, un blanco de la Bodega Calvente. Durante la preparación del plato, Iniesta explicó las bondades de la chirimoya y de la quisquilla de Motril, cuya hueva definió como el caviar azul.
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