Alejandro Sierra con eltimbal relleno de gamba pil pil de su restaurante Mar Azul. Javier Martín

Un recorrido gastronómico con esencia marinera de Granada

Salobreña ha vuelto a sorprender este verano con una propuesta culinaria destinada promover su gastronomía. Esta vez es una ruta marinera que incluye desde bares y chiringuitos hasta restaurantes de alta cocina

Sergio Sebastiani

Jueves, 14 de agosto 2025, 22:49

El mar invita a saborear mar. Cualquier plato es bienvenido cuando estamos de veraneo, pero si estamos de vacaciones en un destino de costa es ... inevitable buscar esos productos frescos que nos ofrece el Mediterráneo, en este caso, y degustarlos de todas las formas posibles. Puede ser al estilo del chiringuito, en una terraza de tapeo o de manera más elaborada, aunque también se pueden combinar todas las opciones en una ruta que nos permita adentrarnos en el amplio abanico culinario que nos plantean los pescados y mariscos. Y todo en una misma localidad.

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Salobreña lleva un par de años sorprendiendo con distintas iniciativas gastronómicas con la finalidad de dar conocer todo lo que tiene para dar, también, en este aspecto. Y este año la propuesta es una ruta marinera por diecisiete establecimientos, cada uno con un plato tan sugerente como tentador. Pasaporte en mano, el comensal debe recorrer el mayor número posible de bares y restaurantes participantes, lo que le permitirá optar a interesantes premios. Pero lo más seductor no es ir coleccionando sellos, sino probar cada una de las opciones culinarias que se ofertan y conocer nuevos lugares.

Una de esas propuestas es la del restaurante Mar Azul, con poco más de un año vida, que afronta su segundo año como alternativa gastronómica en el paseo marítimo de la Villa, a escasos metros del Peñón. Su plato para esta ruta es un tartar de atún rojo con tortitas de camarón y mousse de aguacate. A la hora de explicar su preparación, el chef Miguel Ángel García señala que el atún rojo se macera con kimchi, pimentón y otras especias, y se sirve con mango, tortillas de camarón caseras, wakame, sésamo negro y blanco, y una mousse de aguacate de la Costa Tropical.

El chef del restaurante Mar Azul, Miguel Ángel García, con su tartar de atún rojo con tortitas de camarón y mousse de aguacate, uno de los platos estrella de este establecimiento que participa en la ruta marinera de Salobreña. Javier Martín

Un plato que plantea variantes a la hora de degustarlo, pues «se puede 'dipear' el tartar con la tortita o bien comerlos por separado». Se trata de una apuesta que Mar Azul ya tenía en su carta –hasta el punto de ser uno de sus dos elaboraciones estrella junto al pato confitado–, y que ha presentado para la ruta marinera, dentro de la cual ha tenido muy buena aceptación. «Mucha gente viene buscándolo con el pasaporte, incluso vienen solo por ese plato», indica por su parte Alejandro Sierra, propietario de este joven establecimiento.

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Bocata de calamares del Gastrobar Barbas.

Más allá de este reclamo, son varias las propuestas marineras de su menú, como el timbal de salmón relleno de gamba pil pil, pico de gallo, guacamole y queso en crema, coronado con una quisquilla y esferificaciones de mango, aderezado con mayonesa kimchi especial de la casa. García recomienda también el pulpo a la brasa con salicornia y puré de coliflor, con confitura de tomate, pulpa de mango y mousse de aguacate; o el 'Mar y tierra', un calamar relleno de pisto con jamón frito, arroz oriental y un salteado de ajo. «Nuestros platos marineros se salen un poco de la línea 'chiringuito', y aunque tenemos las típicas frituras de la playa porque la gente las reclama, tenemos platos más elaborados y con más mise en place», explica el chef.

Más propuestas marengas

Volviendo a la ruta, apenas a unos pasos de este restaurante varios más ofrecen sus especialidades para ir completando el pasaporte. Por ejemplo la marisquería El Barco, con su pulpo crujiente con parmentier de trufa; el Verdejo, con unas croquetas de marisco con mojo picón canario; La Biznaga, con el bacalao de su mismo nombre; o El Peñón, también con bacalao, pero en este caso al mousse de ajo.

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Bacalao con tomate del Bar Rufino, de La Guardia.

No muy lejos de allí, siguiendo por el paseo en dirección Motril, el chiringuito Flores oferta un clásico, espeto de sardinas; y más adelante, el restaurante Los Faroles propone un revuelto de aguacate con gambas. La Resalá es el siguiente chiringuito marítimo participante en la ruta, para la que ha presentado un rape en salsa de almendras, para acabar al final del paseo en el chiringuito Punta del Río para probar su pulpo seco.

Si nos adentramos en la zona céntrica de Salobreña, el restaurante Aguas Verdes invita a unas tradicionales migas con pescado, mientras que el Aráis oferta una ensaladilla rusa con langostinos. Siguiendo hacia la entrada del pueblo aparecen el Sirocco, con un canelón de bonito y gambas; La Bodega, con una tosta de tinta de calamar con espichás; o cafetería Picasso con un clásico local, pulpo a la salobreñera.

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Tartar de atún rojo con tortitas de camarón. Javi Martín

Otro establecimiento de la zona de la Pontanilla incluido en la ruta es el Gastrobar Barbas, que ha propuesto su bocata de calamares con pan de tinta de calamar y alioli pimiento. Quien lo regenta es Julián Merino, que destaca el empleo de calamar nacional en su preparación y remarca la buena repercusión del plato tras su inclusión en la ruta. No obstante, es una de las opciones habituales de su carta y «se suele pedir mucho». Otras preparaciones marineras que se pueden degustar en este establecimiento, inaugurado hace más de cinco años, son el popular pulpo Salobreña y también el pulpo seco.

Por último, sobre la carretera N-340, el Hotel Salambina ofrece su cazuela de rape, mientras que el anejo costero de La Guardia también participa, en su caso con un bacalao con tomate que se prepara «como antiguamente, todo muy natural». Así lo afirma su cocinera, Carmen Guerrero, y explica que «freímos el tomate, siempre de pera que es el mejor que hay, triturado por nosotros mismos. Se le añade cebolla picada con ajo y laurel, y cuando ya está se le echa el bacalao ya frito y se cuece dentro». Su «toque especial» es la miel de caña, que Guerrero le añade «para quitarle la acidez».

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