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Para mí, la gran noticia gastronómica de 2024 es la vuelta de Javier Feixas a la primera línea de la cocina granadina. Desde hace unos ... meses está al frente de Ruta del Azafrán, que es de mis restaurantes favoritos de la vida en Granada, modelo de cómo combinar un transitado entorno turístico con vistas a la Alhambra y una gran cocina con personalidad, fuera de modas temporales y tendencias efímeras.
Javier llevaba tiempo deshojando la margarita y ha terminado poniéndose al frente del espectacular restaurante del Paseo de los Tristes, cuya terraza junto al Darro es una gozada, además de disponer de una luminosa cristalera que te permite disfrutar del ambiente y el ajetreo de una de las calles más bonitas del mundo junto a unas espectaculares vistas del monumento nazarí.
Teníamos una cena muy especial en Biotopías, el festival dedicado a la naturaleza patrocinado por Fundación Unicaja. Nos acompañaba el cosmopolita y viajero escritor José Carlos Llop, autor del maravilloso libro 'Si una mañana de verano, un viajero', publicado por la editorial Alfaguara; y queríamos que se sintiera a gusto y relajado, no en vano había hecho un viaje exprés desde Mallorca para acompañarnos y volvía a casa en apenas unas horas. ¡Que sintiera que había estado de vuelta en Granada, y no en cualquier otra ciudad del mundo!
Fue abrir la carta de Ruta del Azafrán y ver las delicias que prometía y la boca se nos hizo agua. Pedimos un plato de jamón ibérico cortado a cuchillo para comenzar y, por supuesto, las croquetas, que ya saben ustedes que soy un auténtico forofo. En este caso, unas croquetas de puchero con velo de tocino salado por encima, fundido y exquisito. Para comer cada una de dos bocados, crujientes y fundentes, y que supieran a gloria bendita.
Pedimos unas quisquillas de Motril, que para algo son la joya de la corona de nuestra Costa Tropical. Feixas las presenta de una forma sencilla, al ajillo, sin más. Y es que, como dicen los que saben, cuando el producto es tan exquisito, lo mejor es apenas tocarlo para que el sabor se disfrute en toda su intensidad. Y la quisquilla motrileña nunca defrauda.
Y, por supuesto, la pastela moruna. No puedo ir a Ruta del Azafrán y no pedir su proverbial pastela, un plato del que deberíamos hablar más. Y comerlo, claro. La mano del cocinero Antonio Martínez tiene que estar ahí, a buen seguro, que sigue en la cocina del restaurante junto a Javier. Para los postres, el Solo chocolate, que es otra de mis debilidades, muy ligero y esponjoso; y el suculento Tarro de queso con caramelo salado.
Como ocurre en las cartas de los grandes restaurantes, por cada plato que pides te dejas otros cuantos en la recámara que te encantaría probar. ¡La mejor 'excusa' para volver! Los arroces, por ejemplo, que menuda pinta tienen. Aunque no los asociemos a la noche y a las cenas. Pero el aguacate a la brasa con láminas de atún rojo de almadraba tiene que caer, sí o también. Como la tortilla de patatas al estilo Betanzos con torreznos y ají amarillo o la ensaladilla de patata y gamba con careta frita. Por no hablar del ceviche de pargo con pipirrana líquida.
Y es que Javier Feixas es un cocinero libre y desprejuiciado que, en Ruta del Azafrán ha encontrado un espacio inmejorable donde dar suelta a su creatividad en cocina. Una carta personal que no busca atraer al cliente típico de las zonas más turísticas con esa oferta clónica que tan aburrida y cansina resulta.
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