pablo amate
Viernes, 5 de marzo 2021, 01:54
Recibí una llamada en la casa de Canterbury donde vivía. Era alquilada e iba casi por el segundo mes de estancia. Me pedían que me ... desplazara hasta Victoria Station, de Londres. Allí me recogería un chófer que me llevaría hasta el Chewton Glen, elegido el año anterior Mejor Hotel de Gran Bretaña. Y en la mítica estación de trenes aparecí, con un frac alquilado. Frente a un chófer uniformado con un soberbio Jaguar, verde Jaguar.
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Estos isleños despreciativos hicieron suyo consumir té. Y en el referido hotel del sur de Inglaterra, mientras tomábamos el té de las cuatro, no a las cinco, como dicen muchos; me contaron que en el Parlamento inglés, durante uno de sus discursos, una diputada de la oposición pidió la palabra. A Churchill no le gustaba que interrumpiesen sus alocuciones, pero le dieron la palabra a la diputada y manifestó: «Sr. ministro, si Vuestra Excelencia fuese mi marido, yo pondría veneno en su taza de té». Churchill, con calma, se quitó los lentes, y en medio de un gran silencio exclamó: «¡Y si yo fuese su marido, me tomaba ese té!».
Remonta de la medicina tradicional hindú llamada ayurveda, que tendría propiedades curativas. Su expansión se dio en 1830, con cultivos en Assam y Darjeeling, por los ingleses, que acapararon el monopolio de China para abastecerse del té. En el año 1900, el 90% del té consumido en Inglaterra era cultivado en la India. Pero a los hindúes no les gustaba tomar té. Y doy fe que aún, muchas etnias no lo beben. El té chai, originalmente se servía al estilo inglés: con leche y azúcar.
Su agudeza mental y su capacidad como político le hizo destacar en sus respuestas o comentarios. Siempre con su taza de té. Al cumplir 80 años un periodista muy joven fue a fotografiarlo y le dijo: «Sir Winston, espero fotografiarlo nuevamente cuando usted. cumpla 90 años». Churchill respondió: «¿Por qué no? Usted parece bastante saludable». Cuando murió la madre de la actual reina Isabel II, yo vivía en Escocia, Edimburgo. Y vi sus exequias por televisión. Brindando con ginebra, lógicamente Gordon's, no con té. Por su eterno descanso.
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Me refiero al té. Desde su implantación del cultivo en India, paso a Japón y China. Cuentan que Buda prometió meditar 9 años sin dormir. En un lugar llamado Cantón le dio sueño mientras meditaba. Luego, por instinto, sacó unas hojas de un árbol cercano y comenzó a masticarlas, provocándole una sensación de revitalización y bienestar que le permitió vencer el sueño que tenía. Al volver a Japón compartió este regalo de la naturaleza con sus más fieles seguidores.
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