sergio sebastiani
Viernes, 20 de agosto 2021, 01:26
Las vistas al mar que ofrece la Costa Tropical desde muchos de sus enclaves forman parte insoslayable de ese encanto que la ha convertido en uno de los destinos de referencia del Mediterráneo. Y muchos establecimientos gastronómicos las aprovechan para ofertar, además de su propuesta culinaria, una experiencia integral en la que ese solaz para la vista juega un papel muy destacado.
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Los chiringuitos de playa tienen ya esa ventaja intrínseca, aunque cualquier espacio situado junto al mar o bien sobre alguna elevación o promontorio adquiere también un valor añadido a la hora de conseguir panorámicas espectaculares. Quienes tienen esas ventajas geográficas saben aprovecharlas, en virtud de que los clientes van buscándolas también, persiguiendo esa experiencia única que es comer bien y con bonitas vistas. Algo que puede suponer un muy buen plan para despedir el verano.
Bien conocen ese reclamo en El Árbol Blanco, situado en primera línea de mar en Almuñécar, sobre la escollera que separa los paseos de Velilla y Reina Sofía, y en la que también se ubica el parque acuático. Una amplia terraza abierta al Mediterráneo permite contemplarlo hasta el horizonte, mientras que, dependiendo de la ubicación de la mesa, se divisa también la playa de Velilla en primer plano y, al fondo, Salobreña. Una vista que se vuelve más idílica cuando comienza a caer la noche y se iluminan los paseos y también el castillo de la villa vecina.
«Todo el mundo quiere vista al mar y estar pegado a la barandilla, y así lo piden cuando hacen las reservas. No obstante, el mar se ve desde todos los puntos del restaurante, incluso desde la cocina», asevera su propietario, Jorge Rodríguez. Y añade que «en dirección poniente se ve toda la bahía de Salobreña y playa Granada, así como Cabria y el barranco de Enmedio. Las vistas son muy bonitas al atardecer y también cuando hay luna llena».
Él Árbol Blanco se caracteriza por ofrecer una cocina tradicional, aunque también incluye propuestas para aquellos comensales que buscan platos más elaborados. Rodríguez, quien también es el chef, recomienda de su carta el rodaballo al champán o el rape a la crema de puerros, junto a otros platos de mar más clásicos como el arroz con bogavante o las paellas. Pero también elabora carnes como paletilla de cordero o rabo de toro, junto a otras distintivas como el magret de pato, el foie o los patés, todo totalmente casero.
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Una de las propuestas de gastronomía panorámica más peculiares que ofrece la Costa Tropical es la de Utropia Project, un establecimiento innovador en materia culinaria enclavado en pleno paraje natural de Maro-Cerro Gordo, junto al conocido como mirador de Cerro Gordo y a escasos 200 metros de la torre vigía del mismo nombre. Si hace dos siglos y medio se eligió ese punto para levantar una torre de vigilancia con el fin de prevenir invasiones corsarias, no quedan dudas de la calidad de sus vistas al Mediterráneo.
Según Ekaterina Daragan-Sushchova, copropietaria de este restaurante, se emplaza en «una edificación preciosa situada en un paraje natural, y con unas vistas hermosas». Resalta que a pocos metros está la torre vigía, que tiene «una vista panorámica de más de 180 grados y desde donde se ve perfectamente la bahía de La Herradura y los acantilados de Cantarriján, además de Nerja».
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La carta de Utropia Project recoge platos con nombres sugestivos, en los que «todos los productos son de cercanía, y también intentamos emplear todo ecológico, y entonces cada plato tiene mucho sabor». Por ejemplo, se utiliza atún rojo de almadraba «que nos lo traen directamente desde Cádiz, y lo servimos en diferentes formatos, como el tartar, que tiene mucho éxito –se sirve con crujiente de nori y mayonesa de wasabi–, y otra parte del atún la usamos para el tataki y el lomo».
Destaca también El Tártaro, un brioche de steak tartar con cebolleta y yema encurtida; las Croquetas Cabronas, de calabaza con queso de cabra, que proponen un peculiar «contraste de sabores»; o los huevos rotos con crema tartufata, crujiente de puerro y jamón ibérico. Como postre, la propietaria recomienda el postre Brutal, «un coulant de praliné de pistacho con helado de almendra crujiente, con peta zetas que te explotan en la boca».
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Por fuera de la carta, Utropia organiza menús degustación personalizados, «adaptados al antojo y deseo del cliente», que pueden incluir productos variados como solomillo, pulpo torrado o pescado a la sal, así como paellas, arroces caldosos o risottos, aunque todo ello por encargo. «Nos adaptamos mucho a lo que le apetezca al invitado, e intentamos brindarle la experiencia deseada», concluye Ekaterina.
Salobreña es otra localidad que da mucho juego a la hora de conseguir espectaculares vistas, y más concretamente su Casco Antiguo. Son varios los establecimientos allí situados con fabulosas panorámicas, como por ejemplo La Roka, cuya terraza permite otear la playa de La Guardia, La Caleta y el Peñón, junto al resto de la playa de la Villa.
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Con esas vistas como telón de fondo, se pueden degustar platos de cocina internacional que plantean un «mestizaje de sabores y de culturas». Sus propietarios califican su carta como «muy viajada, con platos de Perú, de Japón o de Corea, tratando de aprovechar todo lo que nos da la gastronomía mundial».
Unos establecimientos que garantizan las vistas al mar, aunque en este caso a ras de suelo, son los chiringuitos, que los hay a montones en la Costa. Dependiendo de la playa en que se encuentren, el rebalaje quedará a mayor o menor distancia.
Pero en el litoral granadino hay algunos situados en rincones especiales, como el Peñón de Salobreña, uno de los enclaves más idílicos de esta costa. Son espectaculares las vistas desde allí, pero también hacia allí, como ocurre en La Bahía, restaurante compuesto por dos establecimientos en uno: un chiringuito tradicional, ideal para disfrutar de frituras de pescado, paellas o espetos de sardinas; y un sector más moderno e informal, con una cocina más innovadora y de diseño, con especialidad en carnes a la brasa y cocina italiana, junto a platos como ceviche, tartar de atún o musaka en rollito. Desde cualquiera de los dos, es un verdadero placer comer y a la vez recrearse con unas panorámicas sublimes, bien hacia el mar o bien hacia el castillo árabe.
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