Probamos la carne de conejo: sana, sabrosa y con muy pocas calorías

Por alguna extraña razón, por unas costumbres que han desterrado mucho su consumo en los hogares, el conejo produce rechazo a muchas personas y ni llega a la mesa familiar ni lo hace habitualmente

ANA SANTIAGO

Jueves, 19 de diciembre 2019

Ttampoco en menús de instituciones o de restaurantes. Sin embargo, su carne es de lo más recomendable, con escasa grasa y nutritiva, y lo es ya para los niños -muchos pediatras así lo recomiendan específicamente-, para los más mayores y, especialmente, para las personas que pretenden llevar una dieta adecuada por su alto colesterol, su hipertensión o de bajas calorías.

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Es sabroso, es sano y es versátil en la cocina. Especialmente rico en trozos pequeños (y poco reconocibles) fritos y al ajillo, pero también en preparados al horno o guisos. Además de contener poco sodio, se le puede aderezar con hierbas aromáticas y así se reduce muy bien su contenido en sal, incluso puede evitarse del todo.

Por ello y por su bajo nivel en grasas, su carne es considerada cardiosaludable. En los últimos años se ha producido la sustitución del conejo de monte por el de granja. Las diferencias entre estas dos especies son importantes porque el criado posee una cantidad de grasa superior al de monte debido a la escasa movilidad que mantiene durante su cría. Su sabor es suave y presenta una carne de un color rosáceo claro. Se puede conseguir en las carnicerías durante todo el año.

El conejo de monte es ligero y fino, con una carne rojiza, algo más dura y con un nivel de grasa inferior al de granja. El sabor es intenso gracias a su dieta. Para su consumo hay que esperar al otoño e invierno, a la época de caza.

En la cocina son muy apreciados los preparados con arroz, los macerados y luego fritos y, particularmente, los escabechados. La mayor parte del conejo que se consume en España procede de granjas especializadas. Hay más de seis millones de conejos de cría. Sin embargo, esta carne está ligada tradicionalmente a la caza menor y remite a los sabores del campo. Así, aunque el conejo se puede preparar de muchas maneras, gana en presencia y sabor cuando se cocina estofado o guisado con verduras de temporada, setas y frutos del bosque. Para realzar su sabor se deja reposar en una marinada de vino con zanahorias, perejil, ajo y tomillo, y debe conservarse ya limpio en el frigorífico. Su carne es apropiada para el escabeche y se puede aderezar con diversos adobos. Y las sobras, muy adecuadas para salsas, croquetas, rellenos...

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Esta carne se mantiene en buen estado durante un año entero, si se congela el conejo entero, y durante nueve meses, si se prepara por piezas, aunque la calidad disminuye con el tiempo. Para descongelarlo, la mejor manera de hacerlo es proceder lentamente en la nevera.

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