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Sergio Sebastiani
Viernes, 13 de septiembre 2024, 00:03
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El clima sigue siendo muy bueno, aunque las playas se disfrutan ya de otra manera al estar menos masificadas, no hay casi problemas para encontrar aparcamiento y no es necesaria tanta antelación para hacer una reserva para comer. Son algunos de los rasgos que caracterizan al mes de septiembre en la Costa Tropical, donde el verano se sigue disfrutando de la mejor manera por parte de aquellos que tienen la posibilidad.
Y es que julio y agosto no son los meses de mayor afluencia solo por gusto. Las vacaciones escolares o las del trabajo condicionan muchas veces el veraneo en esas fechas, con todas las vicisitudes que ello acarrea. Pero quienes pueden esquivarlas lo hacen de buena gana, atraídos por un tipo de turismo más sosegado.
La gastronomía no es la excepción en esa experiencia septembrina, donde quien se sienta a comer no debe lidiar con las habituales esperas que conlleva un restaurante funcionando al máximo de su capacidad o con camareros y cocineros estresados por no dar abasto a tantos pedidos simultáneos. Es un periodo en el que cambia además el perfil del comensal, con una edad media superior y más extranjero que en los dos meses precedentes.
Las opciones para comer, en líneas generales, se mantienen intactas en septiembre. Al menos en chiringuitos, restaurantes de primera línea y otros establecimientos que apuntan a abrir todo el año, y que si cierran temporalmente lo hacen más adelante. Incluso en zonas más alejadas del meollo, como ocurre en la playa de Cantarriján. Allí se encuentra La Barraca, con una oferta tradicional basada en cocina mediterránea, principalmente de pescado fresco y mariscos.
Entre sus especialidades se encuentran el arroz caldoso de marisco y el pescado al horno, que se prepara con un caldo de verduras como cebolla, tomate, patatas y zanahorias, con el que se va regando mientras se cocina, explica su gerente, Isaac Barbero. Entre las variedades de pescado que trabajan destacan algunas como la breca, el pargo, la lubina, la dorada o el rodaballo, siempre según la oferta del mercado. También se apuesta por pescados grandes como mero o corvina, que se filetean y se sirven a la plancha, a veces acompañados con alguna salsa.
Como entrantes, entre las especialidades de La Barraca –que tiene a Pablo Rodríguez Moreno como encargado– destacan también las croquetas caseras de jamón y queso, de rabo de toro o de gambas al pil pil. Y si bien el pescado es lo más demandado –cuenta con una vitrina en la que se exponen los productos–, su carta también incluye carnes como carpaccio de ternera, solomillo o entrecot. Resalta también su ensalada 1980, que además de lechuga lleva frutas frescas como frambuesa, fresa, melón o arándanos, con salsa de mango, queso de cabra caramelizado y chocolate blanco líquido, con un curioso contraste entre lo dulce y lo salado. También son caseros los postres, con la tarta de queso o la de chocolate como estrellas.
Capítulo aparte merece el entorno en el que se encuentra este establecimiento, en pleno Paraje Natural de Maro Cerro Gordo. Un enclave al que en verano solo se accede mediante una lanzadera, aunque quienes acudan al restaurante ya sí pueden hacerlo en su vehículo particular. «La gente viene porque le gusta el entorno, rodeado de vegetación y sin apenas urbanización ni ruido alrededor, es un lugar donde se desconecta», explica Barbero. Una tranquilidad que se hace más palpable en esta época, en la que «el turismo extranjero empieza ya a ser mayoritario, porque está todo el año, pero en pleno verano lo supera el turista nacional. Es un público de mayor edad, que tiene ahora tiempo para cogerse vacaciones». Y si bien Cantarriján es una playa donde se admite el nudismo, añade que ello es indiferente al funcionamiento del restaurante, donde todo el que acuda debe estar vestido.
Otro establecimiento del que se puede seguir disfrutando es el chiringuito Punta del Río, novedad este verano nacida con la intención de revitalizar la zona final del paseo marítimo de Salobreña, la más cercana a la desembocadura del río Guadalfeo, y que otrora fuera punto neurálgico de ocio. De la mano del empresario gastronómico Manuel Carrascosa, propone «atardeceres espectaculares» disfrutando de pulpo seco, tortillitas de camarones, espetos de sardinas o arroz por encargo, junto a otras opciones menos marineras como hamburguesas o bocadillos.
Y si estamos en la zona oriental de la Costa, el restaurante La Perla propone una gran variedad de pescados y mariscos en la tranquila playa de Carchuna. Con más de treinta años de trayectoria, ofrece frituras variadas además de paella –mixta y de mariscos–, así como arroz negro. No faltan las migas con sardinas, ensaladas tropicales y postres caseros, que se pueden degustar con toda tranquilidad con el Mediterráneo como telón de fondo.
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