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Pulpo crujiente de El Pesetas, en Salobreña.
Salobreña está para comérsela
Gastrobitácora

Salobreña está para comérsela

Demasiado tiempo sin pasar por la Villa para disfrutar de su cultura y su gastronomía, con el pulpo a la salobreñera y las tartas de frutos tropicales como estrellas principales

Jesús Lens

Granada

Viernes, 13 de agosto 2021, 01:22

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Salobreña la Bella. Así la define Colin Bertholet, uno de sus vecinos más comprometidos y entusiastas. Como diseñador y persona sensible que es, le gustan las cosas bonitas, en el mejor sentido de la expresión. Por ejemplo, las vistas desde El Pesetas, uno de los grandes restaurantes de la localidad.

La terraza de El Pesetas podría ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, tanto por el aire que corre aun en los días más calurosos del verano como por sus imponentes y monumentales vistas. Su comida, sin embargo, es bien material, fresca y sabrosa, desde esa ensaladilla rusa de bienvenida que acompaña a la cerveza, helada, que tan bien sienta. Por El Pesetas no se pasa. A El Pesetas hay que ir. Subiendo. Porque está en lo alto de Salobreña, al salir de su Bóveda medieval. De ahí que ese primer trago de cerveza sepa tan bien y te reconcilie con la vida.

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Después llegará la hora del pescado, por supuesto. Como no había pulpo a la salobreñera, una de las especialidades locales, le tiramos al pulpo crujiente, que hacía honor a su nombre. Y al choco en salsa, en un claro intento de reconciliarme con esos cefalópodos que tanto me gustan y a los que tengo un tanto olvidados este verano con el Reto del Espeto. Además, un tomate 'aliñao' con otro de los tesoros de la Costa Tropical, ese aguacate que nunca defrauda.

La gran sorpresa llegó con los postres: la tarta de guayaba, una fruta de sabor ácido que, sin embargo, en El Pesetas convierten en un dulce exquisito, para nada empalagoso. Y la tarta de mango, que para mí ya es la fruta del año.

Me parece muy acertado que los restaurantes de la Costa Tropical vayan incluyendo los extraordinarios productos de la tierra en su oferta culinaria, innovando con ellos de forma que estén presentes en la carta de diferentes formas. En las tartas, por ejemplo.

Estuvimos en Salobreña apenas unas horas del fin de semana, por lo que no se me ocurrió acercarme a los chiringuitos playeros, que supuse llenos hasta la bandera. Sí tuve ocasión de hacer parada en Aráis, otro de sus restaurantes más pujante. Era domingo, nos habíamos levantado tarde y estábamos sin desayunar a esa hora en la que no sabes si pedir un café o una cerveza. Optamos por la segunda opción, e improvisamos un brunch.

Desayunarse con un salmorejo no es una descabellada opción, sobre todo cuando hace calor. O con un milhojas de berenjena. Pero lo que más me animó a olvidar la tostada de jamón por un día fue que tenían el famoso pulpo a la salobreñera que me había quedado sin probar la víspera. Hace unas semanas, Conchi Pérez Martín, de El Campano, le explicaba a nuestro compañero Sergio Sebastiani cómo se prepara una receta que, poco a poco, va conociendo diversas reinterpretaciones: troceas el pulpo y lo «echas en una sartén grande con bastante aceite de oliva. Se cuece con él y con la misma agua que suelta durante una hora y media, y cuando ya está tierno se le agrega el aliño, que consiste en ajo, orégano, guindilla, pimentón y vinagre». Para que el plato esté listo para servir «tiene que hervir unos minutillos, pero poco, porque si no el aliño pierde su aroma». Aclara que no es necesario añadirle sal, ya que de por sí «el pulpo es bastante salado».

Cuando llegó a la mesa, el camarero nos preguntó si queríamos pan. Como venía con dos generosos trozos de pan frito, le dijimos que no, que nunca es tarde para trabajar en la Operación Lorza. No tardamos en olvidarnos de la cuestión figurativa, replegar velas y pedir pan para mojar aquella salsa. «Sería un pecado dejarla en el plato», dijimos para justificar nuestro súbito ataque de glotonería.

Con los postres, una nueva y satisfactoria alegría: una tarta de queso con maracuyá, que para mi gusto sí sale demasiado dulce, y una sorprendente, suave, cremosa y sabrosa tarta de chocolate con aguacate. Les aseguro que la mezcla funciona. ¡Vaya si funciona!

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