Borrar
Sangría: recuerdos de cármenes y celebraciones
Destinos con sabor

Sangría: recuerdos de cármenes y celebraciones

Pablo Amate

Viernes, 27 de septiembre 2024, 00:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Cada vez veo menos oferta de sangrías en restaurantes y tabernas. Si hay algo muy español a la hora de disfrutar con un compadre, son un par de vasos de esta alegre bebida alcohólica en su justa medida. Lo mismo se hacía para cumpleaños infantiles que onomásticas familiares. Yo las recuerdo fijamente. Se celebraban en el carmen familiar del Albaicín. Una explosión de plantas a las que no les faltaba jamás el agua para regar. Frescor de atardecer, donde una alberca dosificaba con acierto de aquel cuidado caserón.

En cualquier lugar, con distinta picardía

Los ingredientes siempre gozaron de productos de época: melocotones crujientes como fijos y, después, alguna fantasía al gusto de los consumidores. Si la convidada era de mozalbetes, siempre había unos 'aliñaores' que, cuando nadie los veía, echaban en la tinaja una botella de Fundador, Cointreau y hasta otra de Pipermint; licor muy dulce, de color verde, que la hacían mucho más tórrido y afrodisíaco. Otra mentira (fake). Yo, en español. El vino era siempre de La Mancha, fruta al gusto y lo más pejiguera era comprar el hielo. Se iba a la fábrica más cercana con una bolsa de malla, se adquiría un trozo e iba goteando sobre la pierna y el zapato hasta llegar a casa. Este paso era fundamental para mantener fresquita la sangría, que terminaba por aguachirrinarse.

Afán de protagonismo

Creo que fue este año, tras el Corpus, un casetero de postín, y a calor de los efluvios etílicos. El compañero periodista lo puso tal cual le contaban: «En esta caseta se inventó el 'rebujito'». Y quedose tan tranquilo. Dio solo su receta y con el puntico del amanecer, los oles y convidás tenían que sonar hasta en la cara norte del Veleta. El origen del rebujito es en el camino de Rocío, mezclándose vino manzanilla y Seven Up, todo frío, y según antiguos rocieros occidentales, servía para 'mantener el puntico' y calmar la sed durante la marcha. Granada no era, y casi todavía no lo es, tierra de ese tipo de vinos jerezanos o de Montilla Moriles.

Cups, clericot, calimocho...

Cups es parecido, solo con vino blanco seco. Calimocho, que no me gusta por la Coca-Cola. Y sí el auténtico 'Cuervo', tradicional de las fiestas de Huéscar, en sus noches de tracas y petardos. Me pidieron unos amigos con finca en Marbella que hiciese algo especial: solo usé borgoña francés de 5.334 €. Y champagne Moet Chandón. Con otras marcas más baratas no se cómo saldrá, je, je, je. La cosa era darle un buen tiento a la bodega de los amigos. Disfruten sin molestar a los demás.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios